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domingo, 1 de septiembre de 2019

HACIA UNA PASTORAL DE ENGENDRAMIENTO

El panorama evangelizador del siglo XXI es apasionante y complejo. No es fácil evangelizar, no ya en la plaza pública, tampoco lo es en nuestros entornos de interior. Realmente, nunca fue fácil. Vivimos inmersos en un cambio de época que además supone un itinerario de cambios rápidos, y no pocas ves fugaces. Los habitantes de este siglo XXI somos a la vez agentes y pacientes de este momento. Y somos también los destinatarios de nuestra propuesta evangelizadora.

Dado este momento cultural hay quien opina que la propuesta de la fe necesita de una experiencia de engendramiento. La fe ha dejado de ser un dosel sagrado que todo lo cubre (P. Berger) o un sustrato religioso que todo los sostiene (M. Weber). La experiencia de la fe hay que volver a engendrarla en nuestras sociedades.  Y el engendramiento supone unas relaciones de reciprocidad que se concretan en un tiempo y en un espacio. Ha de ser, por tanto, un engendramiento culturalmente situado (P. Bacq). Todo engendramiento supone el nacer a una nueva identidad. Permanecer en el anuncio de siempre convierte en estéril nuestro anuncio. No habrá anuncio de verdad sin provocar un nuevo nacimiento. Por tanto Iglesia y sociedad han de ejercitarse en esas relaciones de reciprocidad; sólo así la fe será engendrada en los individuos y en las comunidades. De nada sirve la incomunicación, el enquistamiento doctrinal o el intento de privatizar la dimensión religiosa de la persona.

La pastoral del engendramiento ha de idear estrategias evangelizadoras que favorezcan el nacimiento de una nueva identidad cristiana en nuestros entornos. A estas estrategias podemos llamarlas contra-acciones evangelizadoras por dos motivos. En primer lugar porque supone proponer acciones que habitualmente no están en nuestras comunidades de fe; acciones aparentemente inútiles y que han de romper la dinámica de mercado religioso que está en la base de nuestra mayoritaria acción evangelizadora actual. En segundo lugar, también reciben el nombre de contr-acciones porque la Iglesia necesita de un momento de contracción, de pensar, de vuelta sobre sí, para poder expandirse posteriormente. Hablamos de momentos más pacientes que agentes.

Una propuesta primera supone escuchar a las generaciones perdidas, mirarlas y con-movernos. Se trata de generaciones post-cristianas, es decir, de gente que tuvimos, cuidamos y quisimos, pero se fueron. Por tanto, su vuelta no puede consistir en el mismo anuncio que les hicimos, generalmente infantilizado. Se trata de la generación de personas entre 20-50 años. Los llamados milenials ampliados. Se trata de escucharlos, no de evangelizarlos. Este matiz es importante porque tenemos que aprender -desde ellos- a evangelizar a estas generaciones. Somos discípulos antes que maestros. Sólo tras este espacio de contra-acción podremos dar a luz algo nuevo. No pocas veces Jesús de Nazaret preguntaba qué puedo hacer por ti (Mc 10,51).

Una segunda propuesta supone favorecer flujos dinámicos de sinodalidad al interior de la propia comunidad cristiana.  Engendrar la fe supone agentes evangelizadores conocedores de los micromundos de las personas. Alguien tiene que coger el pulso de la calle, madurarlo y pensarlo, y transmitirlo a quienes tiene el carisma de gobierno en nuestra Iglesia. Los agentes de la acción evangelizadora deben ser mediadores de formación hacia la sociedad, y mediadores de información hacia la jerarquía de la Iglesia. Se trata de un ministerio eclesial que tienda a paliar la absoluta desconexión que hay entre la jerarquía de la Iglesia y las comunidades cristianas. No puede ser que exista esta brecha y que sea tan grande.

Una tercera propuesta es reinventar la liturgia, o mejor dicho, inventar nuevas expresiones litúrgicas caracterizadas por su inutilidad al tiempo que por su necesariedad. Sólo lo que es inútil y necesario al mismo tiempo despierta pasión. Nuestras liturgias son siempre para algo. ¿Por qué no una liturgia para nada?; como para nada es un beso. Para nada… pero ¡tan necesario! Porque sólo lo que es absolutamente necesario y absolutamente inútil, al mismo tiempo, es percibido como gracia y como regalo. Y solo en esa experiencia se es libre y se es feliz. Quizá, esa es la auténtica experiencia de Dios, o al menos una experiencia de Dios acorde con el tiempo que vivimos.
© Fco. Jesús Genestal Roche.

jueves, 1 de noviembre de 2018

FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS


El Gran Protocolo de los Pequeños Detalles.

Hace unos meses el Papa Francisco promulgó un documento sobre la santidad que es un elogio a la sensatez y al sentido común. 

A mi juicio, al documento le faltaría una segunda parte, de perfil canónico, que reformulara de raíz los procesos de las causas de canonización; procesos que, aún mostrando mi respeto por los mismos, lejos de testimoniar la autenticidad evangélica, en algunas ocasiones convierten la fe en algo tan extraordinario como inalcanzable para el resto de los creyentes.

Pero Francisco es así...; coge la piedra, la muestra (ya es importante) pero no la lanza. 

Comprendemos que no es fácil, aunque esa actitud provoca cansancio (más) entre quienes descubren en Francisco un profeta deconstructivista, tan necesario en los actuales momentos por los que  pasa la institución eclesiástica.

A lo que íbamos. Dicho documento se lee con mucha facilidad y viene a colocar a la santidad cristiana en el único lugar posible: la vida cotidiana. 

Santo es quien mira con sensibilidad la vida y los rostros cotidianos que lo habitan y actúa en consecuencia.

La maestría de Francisco tiene la lucidez de completar el famoso texto de las Bienaventuranzas, lugar común al que referimos la santidad, con el Capítulo 25 de San Mateo: el Juicio a las Naciones

Porque ciertamente la pobreza, la mansedumbre, la justicia, … valores que son buenos en sí mismos, quedarían desprovistos de su fuerza trasformadora si no se vierten sobre el rostro del hermano.

Llorar”, en sí mismo, no es más que un desahogo, incluso revestido de flojera vital; ahora bien, el llanto que es el efecto de haber mirado al prójimo y su circunstancia sufriente, es una bella forma de manifestar la herida que dicha mirada ha producido en nuestro corazón.

No sin cierta provocación, Francisco al capítulo 25 de Mateo, a saber, “tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber….”, a todo esto, lo denomina El Gran Protocolo. 

Cuando uno lee esto no tiene por menos que sonreír ante las inútiles tontadas “protocolarias” que no pocas veces realizamos en entornos litúrgicos y clericales, cada vez mas cansinos cuando no fundamentalistas, y siempre estériles.

Pero, además, Francisco lejos de convertir dicho capítulo 25 de San Mateo en palabras enormes vaciadas de sentido, recuerda más adelante que todo eso se juega en los “pequeños detalles”. Y ahí el documento es sublime.

Efectivamente para Francisco, Jesús era experto en pequeños detalles: no tiene desperdicio el texto, el pequeño detalle de que se estaba acabando el vino en una fiesta, el pequeño detalle de que faltaba una oveja, el pequeño detalle de la viuda que ofreció sus dos moneditas, el pequeño detalle de tener aceite de repuesto para las lámparas por si el novio se demora, el pequeño detalle de pedir a sus discípulos que vieran cuántos panes tenían, el pequeño detalle de tener un fueguito preparado y un pescado en la parrilla mientras esperaba a los discípulos de madrugada.” (GE, 144).

Las grandes palabras nos las jugamos en los pequeños detalles. Yo propongo como re-formulación devlos cánones de santidad de la Iglesia, que el aldabonazo final para declarar a alguien santo, no sea si ha hecho media docena de cosas extraordinarias (milagros), sino más bien los pequeños detalles que hemos tenido con quienes tenemos a nuestro lado cada día.

Buen día de todos los santos.

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Y si quieres un comentario al Evangelio de hoy, las Bienaventuranzas, aquí lo puedes encontrar.



viernes, 19 de mayo de 2017

LA MADRE, EL HIJO Y EL VINO


La Madre, el Hijo y el vino,

Dice mi amigo Juan que el común de los mortales abre mal las botellas de cava. Me explico,

sábado, 29 de abril de 2017

LA PASCUA DE LOS CAMALEONES. COLABORACION EN COPE



La pascua de los camaleones

Decía mi abuelo en los últimos años de su vida y en ese tono apocalíptico que les caracteriza a los que rondan los cien años, que las cosas estaban últimamente “patas arriba”. Yo no sé si es porque rondo ya el medio centenar de años, pero pienso cada vez más como él: ciertamente las cosas ya no son como parecen ser que tienen que ser.

lunes, 17 de abril de 2017

BUENA PASCUA DE RESURRECCIÓN

Jesús Resucitado,  o la historia del díscolo camaleón.

Tocaba padecer de muerte, pero quienes acudieron para poner fin a los actos funebres  comenzaron a atestiguar unas huellas de vida a mitad de camino entre la incertidumbre y la indecisión. Y desde aquellos momentos, hasta hoy, los humanos nos debatimos en esa misma tensión: ante la muerte, o incierta apuesta de sentido, o decisiva pasión por lo cotidiano.

Los camaleones tienen la virtualidad de cambiar de color para pasar desapercibidos. Superviven mimetizándose con el ambiente. En ellos, la estética sintoniza con la dudosa ética del sálvese quien pueda. Pero Jesús de Nazaret, o quizás su memoria viviente en los discípulos, lejos de “adaptarse” a la realidad, no tuvo ningún reparo en morir cuando “tocaba estar vivo” y en dejar huellas de vida “cuando tocaba estar muerto”.

Jesús de Nazaret fue un camaleón díscolo. Le definía, más que su “adaptabilidad” al sistema, su “inadaptabilidad”. Crítico contra una decrépita religión institucionalizada (el judaísmo fariseo) y contra una cultura (la romana) en la que no importaba la muerte del inocente si había que resguardar la vida del empoderado.

Al final, esto de la Resurrección tiene mucho que ver con el cambio de color, eso sí, a destiempo. Toca, en primavera, ponerse un poco crítico con los suaves celestes que anuncian un tiempo estival tan repetitivo como empalagoso; y toca, en primavera, recuperar los rojos apasionados que a Tomás entre otros, palpando sus heridas, le recordaba la complicidad del díscolo camaleón con los heridos de su tiempo.

Porque la Cruz, por muy espiritualmente estética que aparezca en los crucificados barrocos o en los carmesí que les escoltan, es la consecuencia de toda una vida inadaptada y conflictiva. Y las Huellas de vida, tras la contemplación de un sepulcro no deseado, hay que seguir rastreándolas más allá de los postureos religiosos y las postmodernidades vitales del momento, humanizando nuestra historia y llenándola de dignidad.


Sólo entonces, la Resurrección, dejará de ser “perfomance” pascual, para convertirse en memoria real del Viviente Eterno.

Buena Pascua de Resurrección.

miércoles, 1 de marzo de 2017

UNA CUARESMA TRANSPARENTE



Dice Octavio Paz que la contemplación necesita de la “des-encarnación de la palabra”; entonces, y sólo entonces, la vida se hace transparente.

domingo, 11 de diciembre de 2016

"A TU ENCUENTRO". MISIÓN DIOCESANA



Estamos en plena campaña de difusión  de la recién estrenada misión diocesana. Es muy de reseñar lo invertido hasta este momento en preparación, sensibilización y oración para que los frutos de la misma lleguen a buen puerto.


domingo, 6 de noviembre de 2016

MISIÓN Y SEDUCCIÓN



El trepidante comienzo de este curso pastoral me ha hecho caer en la cuenta hoy mismo, de que desde aquí hasta la Navidad, este fin de semana es de los pocos calmados que nos quedan.

sábado, 18 de junio de 2016

POPULAR Y POPULISTA



COMENTARIO EN CADENA COPE
No hay nada más de moda en los últimos meses que la palabra “pueblo”. Políticamente hablando, me refiero. Unos, llevan la marca en su nombre: “populares”; otros caracterizan de tal modo a sus sedes: “las casa del pueblo”; y unos y otros tildan de “populistas” a los que han optado por “empoderar al pueblo”… bueno, o “las gentes” como también dicen.

Pero no, no voy a hablar de política. Me lo pide el cuerpo, ¡para qué decirles!, pero he estado todas esta temporada de comentarios de opinión sin hacerlo, y ahora, al final no voy a meter la pata. Tengamos un verano en paz.

Pero si que voy a hablar de este temido término: el pueblo. Dice mi amiga Pilar que las palabras significan lo que significan más allá de su origen o de lo que yo me empeñe en decir de ellas. Llevará razón, pero es tal el desquicie de la palabra “pueblo” que tengo para mi que andamos desnortados, más aún, decididamente perdidos.  Cuando unimos pueblo y religión pasa más o menos lo mismo que cuando unimos pueblo y política. Y lo que originariamente podría ser una clara expresión de sencilla autenticidad se convierte en mercancía abaratada de estética escasa y nulo sentido

No hay quien se entienda. Por ejemplo, “religiosidad popular” es aquella religión en la que adquiere un protagonismo excepcional, la tradición de los pueblos, la fe sencilla de las personas de los pueblos, el fondo religioso incuestionable y ancestral que anida en todo hombre y mujer de pueblo…. Y podíamos seguir. De tal forma que la “religiosidad popular” no hay quien la toque, porque tocarla es “tocar al pueblo”. Yo ciertamente estoy de acuerdo, porque también soy de pueblo.

Esto a la Iglesia además no le molesta mucho porque generalmente no afecta a nada nuclear de la fe: es decir, no pone en tela de juicio a los obispos, aparentemente no atenta contra los lugares sagrados de culto, y sobre todo, nos permite seguir llenando templos sin ningún problema, sin mucho calentamiento de cabeza y con un “moderado esfuerzo”. Es una inversión rentable, también de índole social.

Pero cuidado. Porque hay una sutil diferencia entre la “religiosidad popular” y los “populismo religiosos”. Se diferencia este ultimo del primero a mi juicio en dos cosas: no es “popular”, por tanto no se lo inventa el pueblo sino el listo de turno (sea cura o no); y en segundo lugar “no es religioso”, por tanto deforma de tal manera la experiencia de la fe que no es más que la expresión del indiferente declive religioso que estamos sembrando a “pulso” desde el lugar más laico de la “de la entraña” iglesia.

Esto suele pasar cuando se confunde la fe con la idolatría , el servicio con el poder y la libertad con la manipulación.

Buen verano, amigos y hasta octubre…si Jose Joaquín quiere.



viernes, 20 de mayo de 2016

COLABORACIÓN CON LA CADENA "COPE"


Buenos días, estimados amigos de COPE: esta semana he acabado la lectura sosegada de la Exhortación Apostólica sobre la Familia “Amoris Laetitia”. 

jueves, 31 de marzo de 2016

"Que me bese con los besos de su boca" (Cantar de los Cantares 1,2). A propósito del tacto en las apariciones de Jesus resucitado.

Me llama curiosamente la atención la obsesión por el “tocar” que podemos rastrear en las apariciones de Jesus resucitado a sus discípulos. El “tocar” aparece como garantía de una presencia.

martes, 22 de marzo de 2016

JUDÍOS, ORTODOXOS, CATÓLICOS Y LA FECHA DE LA SEMANA SANTA

El Concilio del año 325 d.C. en Nicea (Bitinia-Asia Menor) estableció cómo celebrar la Pascua todos los cristianos en la misma fecha. ¿Por qué, pues, con frecuencia existe diferencia en la fecha de la Pascua entre Oriente y Occidente? 

sábado, 19 de diciembre de 2015

DE PUERTAS ABIERTAS Y OTROS MENESTERES...






Muy buenos días estimados amigos de Cope. No hay ninguna duda, de que estamos viviendo un adviento de apertura, porque si por algo se ha caracterizado este tramo final del año es por la corriente de aire que va a penetrar en nuestra iglesia católica.

viernes, 5 de junio de 2015

SALVEMOS EL "CORPUS"



EN COLABORACIÓN CON LA CADENA COPE
Evangelii Gaudium, a todos nos sorprendió hace poco más de un año con intuiciones que siempre han estado en la Iglesia, aunque desapercibidas, porque quizás han pesado más los fríos catálogos de  prohibiciones que las cálidas manifestaciones de acogida.

Digo esto en relación con la gran memoria que celebramos este domingo, aunque ya las vísperas toledanas nos han introducido y de qué manera en ella: la memoria del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, del Corpus, de la Eucaristía.

Perdida en la voluminosa exhortación apostólica de Francisco se encuentra esa frase que da que pensar: “la Eucaristía no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles”.

La Eucaristía como remedio, medicina, ayuda y alimento. ¿tan difícil es de comprender? A ver si los padres sinodales participantes en el sínodo sobre la familia, tras el descanso del verano, llegan a conclusión razonable sobre temas “no menores” de los que ellos hablan y que tienen que ver con la familias y la Eucaristía.

Ahora bien, mientras estos importantes señores piensan yo me atrevo, por cerrar temporada, a aconsejarles que abran bien lo ojos y que tengan cuidado, porque es responsabilidad de todos “salvar la Eucaristía”.

¿Salvarla de qué? Se estarían preguntando los amables oyentes. Pues si, creo que hay que salvar la Eucaristía de tantas miradas obscenas que dan más valor o ponen más empeño en la custodia que en lo custodiado en ella.

Salvar la eucaristía de tantos aromas de incienso que, no es que huelan mal claro, sino que distraen del auténtico olor de la vida, sobre todo cuando para muchas personas para quienes la historia se vuelve irrespirable cada mañana.

Salvar la Eucaristía también del tacto respetuoso, no sea que por no querer tocar con nuestras manos el cuerpo de Cristo, estemos también huyendo de otros cuerpos que necesitan ternura y caricias al estilo del maestro buen samaritano.

Salvar la Eucaristía de nuestros oídos, en ocasiones excesivamente acostumbrados a músicas del Espíritu, cuando lo que nos enseña esta fiesta del Corpus es que somos más Cuerpo que Espíritu.

Y salvar la Eucaristía de nuestro gusto, porque, como alguien ha dicho en alguna ocasión, el cuerpo de Cristo, como su Palabra, para que surta efecto, como Pan tiene que atragantarse un poco en tus entrañas y como vino escocer en tu garganta.

Ah, para acabar, salvemos la Eucaristía de las tiranías de nuestro anhelo de perfección. Como dijo San Cirilo de Alejandría: “a los que siempre se consideran indignos de la Eucaristía les pregunto: si vuestros pecados os impiden acercaros a comulgar  ¿os quedaréis sin participar de la santificación que vivifica para la eternidad?.

Buen verano amigos.