sábado, 19 de diciembre de 2015

DE PUERTAS ABIERTAS Y OTROS MENESTERES...






Muy buenos días estimados amigos de Cope. No hay ninguna duda, de que estamos viviendo un adviento de apertura, porque si por algo se ha caracterizado este tramo final del año es por la corriente de aire que va a penetrar en nuestra iglesia católica.

Este fenómeno suele ocurrir en nuestras casas cuando las ventilamos al despertarnos y me da a mi que este Jubileo de la Misericordia, con el elevado número de puertas santas que se están abriendo va a producir una necesaria ventilación de interiores.
Lo digo en serio, no hay nada de ironía en mis palabras. Más allá de los gestos rituales de apertura, tengo la sensación de que por la sensibilidad  del papa Francisco va a pasar toda nuestra Iglesia, porque así Dios lo quiere.
Prueba de ello, por ejemplo, es la publicación del nuevo Plan de Pastoral de la Conferencia Episcopal para los años 2016 al 2020, con gusto leo como los obispos españoles, hacen suya estas preciosas frases de Francisco de que hay ser tan “contemplativos de la Palabra” como “contemplativos del pueblo”. O por ejemplo cuando, citando por su puesto a Francisco afirman que “en el corazón cultural de la sociedad podemos encontrar una fuente de agua viva para saber lo que la predicación cristiana tiene que decir”
Por edad, yo no viví aquella mística de ventanas abiertas que por lo visto ocurrió en los entornos del Concilio Vaticano II; pero probablemente esta decisión actual de “abrir puertas santas y misericordiosas” sea una bonita manera de expresar cómo nuestra historia nunca ha de tener miedo al Espíritu. De hecho, fíjense, en Navidad, todos nos daremos alguna vuelta por el pesebre de Belén, que es, incluso, más que puerta: es Portal, signo de que las “intemperies”, colmo dice mi amigo Juanjo, son realmente lo que nos hacen fuertes… por aquello tan cristiano y paulino de la “fuerza de la debilidad”.

Por mi parte, con un poco de adelanto, quiero desearos una Buena Navidad, hasta el año que viene creo que ya no volveré por estos micrófonos. Y si tuviera que felicitarles lo haría animando a aprovechar esta red de puertas santas y misericordiosos” que tiene su fábrica en la carpintería Belén, y que desde luego no debemos convertir en “trampillas beatas”, ni en “gateras venerables”, como bien me apuntó mi otro buen amigo Tomás.

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