sábado, 18 de junio de 2016

POPULAR Y POPULISTA



COMENTARIO EN CADENA COPE
No hay nada más de moda en los últimos meses que la palabra “pueblo”. Políticamente hablando, me refiero. Unos, llevan la marca en su nombre: “populares”; otros caracterizan de tal modo a sus sedes: “las casa del pueblo”; y unos y otros tildan de “populistas” a los que han optado por “empoderar al pueblo”… bueno, o “las gentes” como también dicen.

Pero no, no voy a hablar de política. Me lo pide el cuerpo, ¡para qué decirles!, pero he estado todas esta temporada de comentarios de opinión sin hacerlo, y ahora, al final no voy a meter la pata. Tengamos un verano en paz.

Pero si que voy a hablar de este temido término: el pueblo. Dice mi amiga Pilar que las palabras significan lo que significan más allá de su origen o de lo que yo me empeñe en decir de ellas. Llevará razón, pero es tal el desquicie de la palabra “pueblo” que tengo para mi que andamos desnortados, más aún, decididamente perdidos.  Cuando unimos pueblo y religión pasa más o menos lo mismo que cuando unimos pueblo y política. Y lo que originariamente podría ser una clara expresión de sencilla autenticidad se convierte en mercancía abaratada de estética escasa y nulo sentido

No hay quien se entienda. Por ejemplo, “religiosidad popular” es aquella religión en la que adquiere un protagonismo excepcional, la tradición de los pueblos, la fe sencilla de las personas de los pueblos, el fondo religioso incuestionable y ancestral que anida en todo hombre y mujer de pueblo…. Y podíamos seguir. De tal forma que la “religiosidad popular” no hay quien la toque, porque tocarla es “tocar al pueblo”. Yo ciertamente estoy de acuerdo, porque también soy de pueblo.

Esto a la Iglesia además no le molesta mucho porque generalmente no afecta a nada nuclear de la fe: es decir, no pone en tela de juicio a los obispos, aparentemente no atenta contra los lugares sagrados de culto, y sobre todo, nos permite seguir llenando templos sin ningún problema, sin mucho calentamiento de cabeza y con un “moderado esfuerzo”. Es una inversión rentable, también de índole social.

Pero cuidado. Porque hay una sutil diferencia entre la “religiosidad popular” y los “populismo religiosos”. Se diferencia este ultimo del primero a mi juicio en dos cosas: no es “popular”, por tanto no se lo inventa el pueblo sino el listo de turno (sea cura o no); y en segundo lugar “no es religioso”, por tanto deforma de tal manera la experiencia de la fe que no es más que la expresión del indiferente declive religioso que estamos sembrando a “pulso” desde el lugar más laico de la “de la entraña” iglesia.

Esto suele pasar cuando se confunde la fe con la idolatría , el servicio con el poder y la libertad con la manipulación.

Buen verano, amigos y hasta octubre…si Jose Joaquín quiere.



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