viernes, 5 de junio de 2015

SALVEMOS EL "CORPUS"



EN COLABORACIÓN CON LA CADENA COPE
Evangelii Gaudium, a todos nos sorprendió hace poco más de un año con intuiciones que siempre han estado en la Iglesia, aunque desapercibidas, porque quizás han pesado más los fríos catálogos de  prohibiciones que las cálidas manifestaciones de acogida.

Digo esto en relación con la gran memoria que celebramos este domingo, aunque ya las vísperas toledanas nos han introducido y de qué manera en ella: la memoria del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, del Corpus, de la Eucaristía.

Perdida en la voluminosa exhortación apostólica de Francisco se encuentra esa frase que da que pensar: “la Eucaristía no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles”.

La Eucaristía como remedio, medicina, ayuda y alimento. ¿tan difícil es de comprender? A ver si los padres sinodales participantes en el sínodo sobre la familia, tras el descanso del verano, llegan a conclusión razonable sobre temas “no menores” de los que ellos hablan y que tienen que ver con la familias y la Eucaristía.

Ahora bien, mientras estos importantes señores piensan yo me atrevo, por cerrar temporada, a aconsejarles que abran bien lo ojos y que tengan cuidado, porque es responsabilidad de todos “salvar la Eucaristía”.

¿Salvarla de qué? Se estarían preguntando los amables oyentes. Pues si, creo que hay que salvar la Eucaristía de tantas miradas obscenas que dan más valor o ponen más empeño en la custodia que en lo custodiado en ella.

Salvar la eucaristía de tantos aromas de incienso que, no es que huelan mal claro, sino que distraen del auténtico olor de la vida, sobre todo cuando para muchas personas para quienes la historia se vuelve irrespirable cada mañana.

Salvar la Eucaristía también del tacto respetuoso, no sea que por no querer tocar con nuestras manos el cuerpo de Cristo, estemos también huyendo de otros cuerpos que necesitan ternura y caricias al estilo del maestro buen samaritano.

Salvar la Eucaristía de nuestros oídos, en ocasiones excesivamente acostumbrados a músicas del Espíritu, cuando lo que nos enseña esta fiesta del Corpus es que somos más Cuerpo que Espíritu.

Y salvar la Eucaristía de nuestro gusto, porque, como alguien ha dicho en alguna ocasión, el cuerpo de Cristo, como su Palabra, para que surta efecto, como Pan tiene que atragantarse un poco en tus entrañas y como vino escocer en tu garganta.

Ah, para acabar, salvemos la Eucaristía de las tiranías de nuestro anhelo de perfección. Como dijo San Cirilo de Alejandría: “a los que siempre se consideran indignos de la Eucaristía les pregunto: si vuestros pecados os impiden acercaros a comulgar  ¿os quedaréis sin participar de la santificación que vivifica para la eternidad?.

Buen verano amigos.



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