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jueves, 10 de marzo de 2016

HISTORIAS PARA DESPERTAR

En una entrevista a un misionero catalán, salesiano, que estuvo casi treinta años trabajando con jóvenes en el Zaire, le preguntaban: “¿qué le parece que tendremos que hacer para ser todos un poco más solidarios y felices?”. Él en su respuesta proponía estas cuatro sugerencias: 

• “Quita las rejas de tu casa”. Porque a veces tenemos barreras que hacen difícil que los demás se acerquen a nosotros. Tenemos que ser más sencillos, estar más a disposición.


• “Haz callar al perro”. A veces llevamos por dentro un perro furioso, que hace que los otros se nos acerquen con miedo, o que no se nos acerquen. Tenemos que procurar dar más confianza, más sentido de acogida y de amistad. 


• “Quema los muebles de tu casa”. Tenemos que ser capaces de dejar de lado las cosas que no nos dejan ser verdaderamente libres: egoísmos, preocupaciones, cosas que no son necesarias... 


• “Ponte en la piel del otro”. De vez en cuando se tiene que hacer el ejercicio de ponerse en el lugar del otro, olvidándonos de nosotros mismos. Entonces podremos comprender mejor lo que le pasa, y podremos ser más comprensivos y solidarios con él. 


lunes, 7 de marzo de 2016

HISTORIAS PARA DESPERTAR


Un maestro de obras llevaba mucho tiempo trabajando en una importante empresa de construcción. Un día recibió la orden de construir una finca de recreo, un chalet modélico y original. Lo podría construir haciendo el proyecto totalmente a su gusto y no tenía que preocuparse para nada de lo que pudiera costar. La empresa estaría de acuerdo con todo lo que él hiciese, tanto con respecto al estilo del chalet como al precio. Las obras empezaron enseguida. Pero en aquella ocasión el maestro de obras se quiso aprovechar de la confianza que habían depositado en él, no sólo por esta vez, sino por todo el tiempo que llevaba trabajando en la empresa; es por eso por lo que pensó en utilizar materiales de baja calidad y en contratar trabajadores poco cualificados con un salario más bajo. De esta manera él se podría embolsar el dinero que sobrara. De todas formas no le importaba demasiado, porque tampoco sabía para quien era el chalet que estaba construyendo. 
Cuando se terminó la construcción del chalet se hizo una gran comida para celebrarlo, y tras la comida el maestro de obras entregó las llaves de la nueva casa al presidente de la empresa constructora. Para su sorpresa, el presidente le devolvió las llaves y le dijo: “El chalet es suyo. Es nuestro regalo, el regalo que le hace esta empresa, como señal de cariño y de reconocimiento a su trabajo en ella”. 


Con el trabajo de cada día, con el que vamos haciendo con constancia y con dedicación, estamos construyendo el edificio de nuestra vida... Miremos de hacerlo bien, no sea que después no haya remedio para algunas cosas que hemos construido mal...

sábado, 5 de marzo de 2016

HISTORIAS PARA DESPERTAR

Una maestra, compañera de trabajo, me explicaba en una ocasión: “Íbamos por la calle mi marido y yo con la niña, que lloraba desconsoladamente, porque quería que la lleváramos en brazos, y nosotros nos negábamos. Teníamos nuestras razones: no queremos que sea una “blandengue” consentida, que a la mínima que pide una cosa se la tienes que dar para que esté contenta; tiene que acostumbrarse también a andar, a esforzarse, a superar alguna dificultad. El caso es que muchas personas que nos veían nos lanzaban una mirada ‘de reproche’, como si fuéramos unos padres de lo más cruel...” 

Y un hombre de religión musulmana explica este cuento, que habla de él mismo. 


Yo era un chico muy piadoso, nunca dejaba de hacer mis oraciones. Una noche estaba rezando con mi padre y con otras personas. Al cabo de un rato, algunas de aquellas personas que estaban con nosotros empezaron a adormilarse, hasta que, al final, todas quedaron dormidas del todo. Yo dije a mi padre: “Ni uno sólo de estos es capaz de abrir los ojos o de levantar la cabeza para decir sus oraciones. Parece que todos estén muertos. ¡Qué falta de respeto, qué poca consideración y qué poco espíritu religioso!” Y mi padre me contestó enseguida: “Querido hijo: ¿Ya sabes qué les pasa? ¿Sabes, tal vez, por qué se han dormido? ¡Preferiría que tú también estuvieras dormido como ellos, en lugar d estar criticándolos!” 


¡Cuántas energías gastamos en hablar mal de los otros! ¡Cuántas miradas “reprobadoras” lanzamos contra algunas personas! Y muchas veces lo hacemos porque no conocemos los motivos de sus actuaciones. ¿Hasta cuándo juzgaremos a los demás sólo por las apariencias?

viernes, 4 de marzo de 2016

HISTORIAS PARA DESPERTAR

Un reconocido científico de fama mundial (Albert Einstein) visitó por primera vez España en los primeros años del siglo XX. La presencia de este científico alemán despertó el interés de mucha gente, porque ya era famoso y porque muchos veían en sus descubrimientos, nuevos caminos para el progreso de la humanidad. Pero algunas de sus declaraciones no gustaron a ciertas personas. Y es que este genio de las matemáticas, cuando hacía alguna rueda de prensa o pronunciaba una conferencia, no hablaba sólo de conceptos de matemáticas o de física, sino que también exponía ideas sobre la vida social, sobre las relaciones entre las personas, contra la guerra y a favor de la paz. Y a lo largo de su vida, Einstein no sólo se preocupó de resolver problemas de matemáticas o de física. Siempre tuvo muy presentes los derechos humanos y los problemas de la sociedad. A medida que avanzaba su vida, aparte de los temas científicos, se fue ocupando más de otras cuestiones, como por ejemplo la justicia, la solidaridad, la democracia y la ayuda a los más necesitados. 

Y es que una cosa no está reñida con la otra: podemos ser personas de ciencia, personas cultas, pero no por eso hemos de olvidar los grandes problemas que preocupan a las personas y las situaciones injustas que muchas de ellas padecen. No nos tendríamos que aislar en nuestro mundo personal y dejar de lado al resto de las personas. 

miércoles, 2 de marzo de 2016

HISTORIAS PARA DESPERTAR

Un pájaro encontró a otro que parecía tener prisa. 
- “Dónde vas?”, - le preguntó. - “Me voy a otro país”. - “Y por qué?” - insistió el primero. - “Porque a la gente de aquí no le gusta como canto; por eso me quiero trasladar” . Y su compañero le hizo ver: “Quizás te saldrá bien si puedes cambiar tu voz, pero si no puedes, aunque vayas lejos, posiblemente a la gente de allá tampoco le gustará tu canto”. 

lunes, 29 de febrero de 2016

HISTORIAS PARA DESPERTAR


Las atracciones de la feria ya se habían instalado en las afueras de la ciudad, y hacían las delicias de todos los que la visitaban. Todos pasaban un rato divertido y agradable subiendo a las atracciones y visitando las diferentes barracas. 


domingo, 28 de febrero de 2016

HISTORIAS PARA DESPERTAR


Una mamá joven, armada con una paleta de matar moscas, iba persiguiendo un mosquito que volaba por la habitación. Su hijo, que no llegaba a los tres años, la cogió de la falda y le gritó: “¡No lo mates! ¡Déjalo que viva!” La madre le contestó, extrañada: “Y ¿por qué? ¿No ves que después nos pica?” Y el niño le responde: “Es igual, mamá. También nos acompaña”. 
Dicen que el diamante más precioso del mundo tenía al principio una pequeña raya que lo afeaba un poco. Habían decidido convertirlo en un puñado de pequeños diamantes industriales, pero una persona entendida en el tema y hábil en su oficio, a base de mucha paciencia y dedicando mucho tiempo, transformó aquella pequeña raya fea en una rosa espléndida. Y aquella rosa tallada en el diamante es hoy la admiración de todos los que lo contemplan. 



La vida está llena de cosas variadas. Hay días buenos y días malos. Hay problemas y situaciones que nos preocupan y que nos hacen sufrir un poco, o cosas que no siempre nos gustan... pero que nos hacen compañía, y nos ayudan a mantenernos alerta, a estar despiertos, a reaccionar... La superación de una situación negativa, puede convertir a esta en una oportunidad para mostrar a los otros, y también a nosotros mismos, lo mejor de nuestra persona. 

viernes, 26 de febrero de 2016

HISTORIAS PARA "DESPERTAR"


Un día un rey convocó a todos los adivinos y magos de su reino y les anunció: “Querría ser siempre un buen ejemplo para toda la gente de mi reino. Querría presentarme siempre ante ellos como una persona fuerte, segura, serena y tranquila ante las dificultades y los cambios que da la vida. A veces me pongo triste, me quedo sin ilusión ante una mala noticia o una dificultad. Otras veces, cualquier cosa buena imprevista, me pone en un estado de alegría excesivo. Todo esto no me gusta; me siento como una hoja que el viento lleva hacia donde quiere. Quiero que me hagáis un amuleto mágico, algo con la que esté protegido de estos estados de ánimo y de estos repentinos cambios de humor, que me llevan, como si nada, de la alegría a la tristeza”. Pero los magos, uno detrás de otro, se echaron atrás: sabían hacer amuletos, anillos y colgantes mágicos, pero para personas que venían a pedir ayuda y que fácilmente podían engañar; pero de ninguna manera podrían llegar a engañar el rey. Y, además, lo que pedía no era nada fácil. El rey ya estaba a punto de estallar, lleno ira, cuando se le acercó un viejo sabio que le dijo: “No sufráis, majestad. Mañana os traeré el anillo que estáis buscando. Cada vez que lo miréis, si estáis triste os pondréis alegre, y si estáis nervioso, os podréis calmar. Sólo tendréis que mirar la frase mágica que el anillo llevará grabada”. Al día siguiente, el viejo sabio volvió, y, en medio de un silencio general, puesto que todo el mundo tenía curiosidad por saber cuál era la frase mágica, dio el anillo al rey. Este lo miró y leyó la frase que había grabada, y que decía: “TODO ESTO TAMBIÉN PASARÁ”. 


Que no nos falten nunca la ilusión, las ganas de vivir y de hacer las cosas con entusiasmo. Y si tenemos un mal momento, por la razón que sea, será bueno que pensemos, como aquel sabio le aconsejó al rey, que esto también pasará, que no durará siempre. Esto nos puede ayudar a mantener viva la esperanza.

jueves, 25 de febrero de 2016

HISTORIAS PARA DESPERTAR


Es un atleta de la provincia de Barcelona, Valentí Massana. Participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona, en la prueba de veinte kilómetros marcha. En el último kilómetro, cuando iba en segundo lugar, y poco antes de entrar en el Estadio de Montjuic, fue descalificado. En una de las muchas entrevistas que le hicieron, un periodista le preguntó: “En aquel momento, cuando ya tenías la medalla de plata asegurada y te descalificaron, seguramente te debiste hundir”. Y el atleta respondió: “Pues no. Pienso que se ha de estar preparado para saber perder”. 
Poco tiempo después ganaría el campeonato del mundo en su especialidad. 



Saber perder (en una prueba atlética o en la vida real) es mucho más importante que saber ganar. A saber perder se aprende despacio, con espíritu de sacrificio y con fuerza de voluntad. Para saber perder se tiene también que saber sufrir; y quien no tiene miedo a sufrir aprende muchas cosas; una de ellas es a no hundirse ante cualquier dificultad.

lunes, 22 de febrero de 2016

HISTORIAS PARA "DESPERTAR"

Un individuo iba paseando por el campo y se encontró con un pastor. Para iniciar una conversación con él, lo saludó y le preguntó: “¿Qué tiempo cree que tendremos hoy, buen hombre?”. Y el pastor le contestó: “El tiempo que yo quiero”. El otro, lógicamente, se quedó extrañado de la respuesta y le dijo: “¿Y como está tan seguro de que hará el tiempo que usted quiere?”. Y aquí el pastor le explicó su teoría: “Mire; cuando me di cuenta de que no siempre puedo tener el que quiero, aprendí una cosa que siempre me ha sido muy útil: querer siempre el que tengo. Por esto estoy tan seguro que hará el tiempo que yo quiera”. 

Parece un simple juego de palabras, pero encierra una gran verdad. Hemos de luchar por cambiar las cosas que no están bien y que pueden ser cambiadas. Pero no vale la pena enfadarse ni desesperarse ni gastar energías para cambiar algo que realmente no está en nuestras manos el cambiarlo. Es mejor aceptar la situación y vivir lo mejor posible con ella. Si, por ejemplo, quieres ir de excursión y se pone a llover, seguramente te enfadarás y te quedarás frustrado. Es una reacción normal, pero inútil, porque continuará lloviendo: es mejor que salgas, a sabiendas de que te mojarás, o que aproveches para hacer otra cosa y busques otro día para ir de excursión.