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sábado, 15 de octubre de 2016
sábado, 5 de diciembre de 2015
lunes, 7 de septiembre de 2015
EL PRECEPTO DEL "SÁBADO" JUDÍO.
Sabbat
El sabbat—frecuentemente escrito también shabat (en hebreo: שבת: shabbath, 'cesar') o su variante en yidis, shabbos (שאבּעס)— es el séptimo día de la semana, siendo a su vez el día sagrado de la semana judía.
El sabbat se observa desde el atardecer del viernes hasta la aparición de tres estrellas la noche del sábado. Según las prescripciones de la Torá, debe ser celebrado en primer lugar mediante la abstención de cualquier clase de trabajo. En el ethos judío, el sabbat es una señal de la relación entre Yahveh y el pueblo judío. La celebración del sabbat está prescrita entre los Diez Mandamientos recibidos por Moisés, así como una fiesta semanal.
Según Génesis 2.2 (texto de la Bibliaescrito aproximadamente en el siglo VII a. C.): «vaYshbot baYom haShevi'i» ('Y en el séptimo día Dios terminó el trabajo que había hecho, y descansó' [vaYshbot]).
lunes, 31 de agosto de 2015
lunes, 15 de junio de 2015
"PONER LA OTRA MEJILLA"
Uno de los muchos pasajes mal entendidos y peor
explicados de los Evangelios es el archiconocido de Mt 5, 39, "a quien te
abofetee en la mejilla derecha preséntale la otra". La explicación
tradicional lleva el dicho al terreno de la necesaria mansedumbre y humildad a
la hora de relacionarte con alguien malvado, de ahí la no resistencia al
malvado que se había dicho justo antes en Mt.
Esta forma de entenderlo ha sido
utilizada incluso en contra del sentido original del propio texto y llega hoy a
causar escándalo entre aquellos que creen en la inspiración divina de estas palabras
y la necesidad de aplicarlas en su propia vida. De esta manera, cuando alguien
que se considera cristiano recibe una ofensa debe ser capaz de no responder con
otro mal, al contrario, debe intentar hacer un bien o dejar que le avasallen.
Bien, esta forma de interpretar no tiene presente lo que la antropología
cultural nos dice de la época y la zona donde surge el dicho.
En Palestina, hace 2000 años, en general en todo
el mediterráneo, se da una cultura local muy acentuada que está marcada por un
vector social, las pirámides de patronazgo, y otro cultural, el patrón de honor
y vergüenza que estructura las relaciones personales y familiares. Estos dos
vectores se cortan formando una cruz. En el eje vertical medimos la posición
social, en el eje horizontal el honor y la vergüenza.
Una persona podía estar
enmarcada en alguno de los cuadrantes que quedan determinados por los dos ejes.
Si pertenece a la élite social en la parte superior, de lo contrario en la
inferior. La distancia entre la élite y la no-élite era abismal, hasta el punto
de estar supeditado vitalmente cualquiera que no perteneciera a la élite. El
otro eje, el horizontal establece una división dentro de la misma distinción de
clase social. El honor pertenece por naturaleza al varón, la vergüenza a la
mujer. Solo los varones de edad adulta disfrutan de honor, pero también son los
encargados de defenderlo. Las mujeres, de la élite o no, corren el riesgo de
caer en la vergüenza, principalmente por cuestiones sexuales. La mejor posición
es, naturalmente, arriba a la derecha; la peor, abajo, a la izquierda.
Entendido esto podemos comprender mejor el dicho
de Mt 5. Una bofetada es un gesto de desprecio y sometimiento, ayer y hoy, pero
si además la bofetada es en la mejilla derecha, quiere decir que se ha
realizado con el envés de la mano y no con la palma, lo que aumenta el deshonor
del trato. Indica displicencia y absoluto desprecio.
Quien te golpea con la
palma te reta a defenderte, quien lo hace con el envés te desprecia de forma
absoluta. La posición del Jesús de Mateo es: si alguien te desprecia de esa
manera, rompiendo tu dignidad como ser humano, sé digno, muéstrale la mejilla
izquierda para que te trate con dignidad. No te sometas, no seas indigno. Ya
que no puedes devolver el golpe, lo que te acarrearía la muerte, hazle saber
que te debe tratar con dignidad.
Sí, sé que en la práctica sirve de poco,
lo más probable es que te vuelvan a golpear, pero tu dignidad personal no se ve
hundida. Como ser humano te respetas a ti mismo y eso tiene un valor extremo.
Mostrar la mejilla izquierda es afirmar que no te sometes moralmente, aunque no
puedas hacer otra cosa a nivel material.
Es dar un mensaje de rebeldía extrema,
la única posible en ocasiones. Dar muestras de que no te sometes, pero tampoco
aceptas el terreno de juego del agresor ni sus armas.
(Para ver el contexto original de esta explicación podes ir a:
http://bernardoperezandreo.blogspot.com.es/2012/11/se-digno-pon-la-mejilla-izquierda.html
jueves, 11 de junio de 2015
miércoles, 3 de junio de 2015
LOS SADUCEOS Y EL LEVIRATO
EL LEVIRATO
Los saduceos no solían tener mucho trato con Jesús. Eran personajes demasiado importantes, alejados del pueblo, ocupados en conservar su privilegiada posición social y su poder a toda costa. Los interlocutores y oponentes habituales de Jesús eran los fariseos, maestros del pueblo, por tanto, cercanos a él y sinceramente creyentes, aunque su interpretación rígida y estrecha de la ley los llevaba a condenar a los pecadores y a chocar con la forma novedosa, abierta y misericordiosa en que Jesús presentaba la relación con Dios. En los fariseos podía haber ira, desacuerdo, oposición, pero había también relación e interés por la verdad, hasta el punto de que a veces se dejaban convencer por Jesús (cf. Mc 12, 32-34).
Los saduceos no solían tener mucho trato con Jesús. Eran personajes demasiado importantes, alejados del pueblo, ocupados en conservar su privilegiada posición social y su poder a toda costa. Los interlocutores y oponentes habituales de Jesús eran los fariseos, maestros del pueblo, por tanto, cercanos a él y sinceramente creyentes, aunque su interpretación rígida y estrecha de la ley los llevaba a condenar a los pecadores y a chocar con la forma novedosa, abierta y misericordiosa en que Jesús presentaba la relación con Dios. En los fariseos podía haber ira, desacuerdo, oposición, pero había también relación e interés por la verdad, hasta el punto de que a veces se dejaban convencer por Jesús (cf. Mc 12, 32-34).
En los saduceos encontramos una actitud distinta, que asoma en el diálogo del Evangelio de hoy. Su pecado no es la hipocresía, sino el cinismo, que se ríe abiertamente del bien, lo desafía y, en este caso, mira con desprecio y suficiencia la fe religiosa del pueblo y su esperanza en la resurrección. Al abordar a Jesús, usan una técnica similar a la de los fariseos para ponerlo en apuros: plantear una cuestión legal avalada por la autoridad de Moisés, pero en una situación de conflicto. Sólo que lo hacen en tales términos que la conclusión a que da lugar resulta ridícula. Eso es lo que buscan: dejar en ridículo la fe en la resurrección, que, como sabemos, se define con toda claridad en Israel en tiempos relativamente tardíos, en la época de los Macabeos (hacia el siglo II a.C.).
La obligación establecida por Moisés a la que aluden, la ley del levirato (cf. Dt 25, 5-6), tenía por finalidad garantizar la descendencia del hermano difunto (y la transmisión legal de su herencia), la única forma de supervivencia aceptada entonces y signo de la bendición de Dios. El tecnicismo planteado por los saduceos pone bien a las claras que para ellos la resurrección de los muertos es un absurdo: desde el punto de vista legal “cuando llegue la resurrección” la mujer pertenecería a todos los hermanos al tiempo, puesto que ninguno de ellos podía exhibir la descendencia como “título de propiedad”. La cínica ironía de la pregunta se revela en lo ridículo de la situación que se crea para aquella mentalidad patriarcal: un harén de hombres en torno a una única mujer.
Y es que para los saduceos, “que niegan la resurrección”, el único bien posible se da sólo en este mundo, y ellos se aplicaban con todas sus fuerzas a su consecución: la riqueza, el éxito social y el poder. La base que les garantizaba la posesión de estos bienes era la misma ley del levirato, el hecho de ser descendientes de Sadoc; y, por tanto, para ellos, la descendencia era el único modo de pervivir tras la muerte: conservar el patronímico –el apellido–, pero también el patrimonio. En una sociedad religiosa, esos bienes estaban ligados al culto y al templo de Jerusalén; en un pueblo ocupado, era necesario además colaborar con el ocupante; a nada de eso le hacían asco los saduceos.
La perspectiva inquietante de una posible “justicia superior”, que pudiera exigirnos renunciar a los bienes de que disfrutamos ahora por ascendencia y posición social, se puede y debe exorcizar desacreditándola convenientemente, por ejemplo, ridiculizándola. Como vemos, la historia no aporta tantas novedades como a veces creemos.
En su respuesta, Jesús está diciendo que el Dios eterno y absoluto se ha hecho presente en la historia de los hombres abriendo nuevos horizontes de vida.
El Dios que se acuerda de Abraham, Isaac y Jacob es el Dios que no los deja tirados en cualquier esquina de la historia, sino el Dios que tras crear y darles la vida, los salva y los rescata de la muerte.
LOS SADUCEOS
El nombre de "saduceos" viene de Sadoq, que fue un sacerdote muy influyente, ligado a la historia de David y de Salomón. Sadoq fue fiel a las orientaciones del rey de Israel. Desde entonces la familia de Sadoq heredó en puesto de Sumo Sacerdote. Siempre estuvieron ligados a la política. En tiempos de Jesús el término de los "saduceos" designaba a un partido político formado por miembros de la clase sacerdotal y de la nobleza. Muchos de ellos formaban parte del Sanedrín; consejo político que gobernaba la región de Judá.
Se convierten en funcionarios del culto. Son hábiles y astutos. Pactan y negocian con todos aquellos que no tocan sus riquezas. Están alejados del pueblo. Los saduceos aplicaban un código penal muy estricto. Parece ser que ellos fueron los responsables directos de la muerte de Jesús. José Caifás, sumo sacerdote que condenó a Jesús, formaba parte del partido de los saduceos.
¿Quiénes fueron los hermanos Macabeos?
Ante la opresión de Antíoco IV Epifanes, rey griego que intentó convertir todo el suelo de Israel a la cultura griega, y la ciudad de Jerusalén en una «polis», se levantaron en armas unos hermanos judíos de apellido «macabeos». Estaban liderados por Judas Macabeo. Era el año 167 antes de Cristo.
El apellido Macabeo proviene de la palabra hebrea «maccabá», que significa: martillo, gol- pear... Es una forma de expresar la fiereza con la que estos guerrilleros fundamentalistas ‘golpearon’ a los invasores, que tampoco quedaron atrás cometiendo atrocidades contra el pueblo judío.
La revolución tuvo éxito. Los sucesores de los hermanos Macabeos consiguieron una relativa independencia hasta el año 40 antes de Cristo, fecha en la que el Imperio Romano puso en el poder al rey Herodes el Grande, que gobernó más de cuarenta años. Al final de su reinado nació Jesús de Nazareth.
Prohibición de comer carne de cerdo
Todos los pueblos antiguos suelen tener prohibiciones heredadas desde antiguo. A estas prohibiciones se les denomina «tabúes». Es muy difícil saber cuál es el origen de estas prohi- biciones, porque se han transmitido de padres a hijos en forma de mandamiento religioso o social. Cada civilización tiene sus propios «tabúes».
El pueblo de Israel tenía varios tabúes relacionados con la alimentación. Por ejemplo: No deben comer carne y productos derivados de la leche al mismo tiempo; no comer sangre... Y no deben comer carne de cerdo. Este último precepto es el que aparece en texto del Libro de los Macabeos. Este tabú probablemente está relacionado con el peligro de contraer alguna infección debida a la triquinosis, enfermendad de los cerdos.
martes, 5 de mayo de 2015
LA LEYENDA DEL MANDYLION Y SAN JUDAS TADEO
La imagen de San Judas Tadeo, al igual que muchas
lo muestran sosteniendo una imagen de Jesus en su pecho (El Santo Mandylion).
Esta es una impresion del rostro de Jesus. Según
los escritos de Eusebio (el padre historiador de la Iglesia) del siglo III,
durante el reinado de Abgar, rey de Edesa (Turquía moderna en la actualidad,
cerca de Siria), la noticia de las sanaciones de Jesús se extendió hacia el
norte.
El rey estaba afligido con una enfermedad grave
(algunos dicen que era lepra), y envió a un mensajero rogando a Jesús que
viniera a curarlo. Nuestro Señor le brindó esperanza al rey al mandarle a decir
que enviaría a alguien para ayudar al rey en su sufrimiento.
Fue San Judas quien trajo un paño con el rostro de
Jesús al rey y lo curó. El rey escuchó la elocuente presentación del Evangelio
por San Judas, y el rey y muchos de sus súbditos fueron convertidos.
Después de establecer la Iglesia en Edesa, San
Judas viajó por Armenia y partes del Cercano Oriente predicando el Evangelio.
Finalmente, fue martirizado por la fe.
Los hechos de esta tradición sugieren que el
Mandylion de San Judas, junto con el Sudario de Turín contienen las primeras
representaciones conocidas de Jesús.
El Mandylion desapareció durante la conquista sasánida
de Edesa en 609. Una leyenda árabe, recogida por el historiador Andrew Palmer
en su visita a Urfa (Edesa), cuenta que la toalla (mendil) de Jesús fue
arrojada a un pozo en lo que hoy es la Gran Mezquita de la ciudad.
La tradición cristiana, en cambio, recoge que en
944 fue intercambiado por un grupo de prisioneros musulmanes. Por esa época, la
Imagen de Edesa se llevó a Constantinopla, donde fue recibida con gran pompa
por el emperador Romano I, que la depositó en la capilla del Gran Palacio de
Constantinopla. Allí permaneció hasta que los Cruzados saquearon la ciudad en 1204,
llevándose gran parte de sus tesoros a Europa Occidental. Ningún texto de esa
época menciona el Mandylion.
Su destino posterior es discutido: para unos la
reliquia permaneció en la Sainte Chapelle de París hasta que desapareció
durante la Revolución francesa; para otros Leonardo Montaldo, capitán
genovés, la legó en 1388 a la iglesia de San Bartolomé de los Armenios de su
ciudad, donde se encontraría actualmente con el nombre de Santa Faz; por
último, otros la identifican con un icono bizantino que se localiza en Italia
desde mediados del siglo XIII y que desde finales del siglo XVI se conoce como
"rostro de Edesa", conservándose actualmente en la capilla papal de
la sala de la condesa Matilde del palacio Vaticano.
viernes, 10 de abril de 2015
miércoles, 8 de abril de 2015
martes, 7 de abril de 2015
jueves, 2 de abril de 2015
martes, 31 de marzo de 2015
lunes, 30 de marzo de 2015
LA UNCIÓN
Faltan pocos días
para la Pascua. Jesús se halla con sus discípulos en casa de los hermanos
Lázaro, Marta y María. María se acerca con un frasco de perfume de nardo y unge
los pies de Jesús. Judas protesta.
- Ungir a los rabinos
Que una mujer
ungiera a un maestro era una costumbre desconocida entre los judíos de Israel,
pero usual entre los judíos que estuvieron en el exilio de Babilonia. En este
texto el hecho de «ungir» es simbólico. No apunta tanto a los pies, sino a la
costumbre de ungir los cadáveres en su enterramiento. Anticipa lo que van a
hacer en breves fechas con Jesús.
- Una libra de perfume de nardo
Este perfume se
obtiene de las raíces y partes inferiores de una variedad del nardo que crece
en India, a una altura superior a los 3.500 metros. Era un perfume de
importación, y carísimo. Costaba 300 denarios. Es decir, los jornales de todo
un año de un obrero. Una libra de perfume equivalía a 275 gramos. Con estos
datos, el frasco debía medir 5x5x12 centímetros. Según el historiador Plinio el
Viejo, este per- fume era el más caro del mundo.
- Protesta de Judas Iscariote.
Sirve para resaltar
el lado negativo de Judas Iscariote, que va a ser necesario en breve. Y sirve
también para anticipar la obra de misericordia que las mujeres realizarán con Jesús:
Ungir su cadáver. El texto comienza a anticipar la tragedia que se va a vivir
próximamente.
Jesús siempre
asumió una actitud de respeto y reconocimiento hacia la mujer. Algunas formaban
parte del grupo de seguidores. Jesús se dirigía a ellas públicamente (actitud
muy mal vista por los judíos ortodoxos) y, como en el evangelio de hoy, le
complacía que ellas lo ungieran. Esta actitud rompía con los esquemas de una
cultura que marginaba a las mujeres.
Marta y María de
Betania, hermanas de Lázaro, y muchas otras mujeres, acogieron el mensaje de
Jesús. Otras marchaban junto con el grupo de los discípulos anunciando la buena
noticia del Reino de Dios. Las mujeres fueron las únicas fieles al pie de la
cruz. Y, tras la muerte de Jesús, fueron las primeras testigos de la
resurrección.
Han tenido que pasar siglos y siglos de historia
para que la mujer comience a ocupar un lugar de igualdad con el hombre. El
cristianismo histórico no ha sido un abanderado de la liberación de la mujer.
De la mano de Jesús podemos redescubrir hoy, con nuevos ojos y nueva
sensibilidad, esos rasgos «feministas» que aparecen en el texto que hemos leído.
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