sábado, 5 de diciembre de 2015

JUAN EL BAUTISTA Y EL NUEVO PUEBLO DE ISRAEL

Lucas abre la historia de Juan Bautista -y también la de Jesús- situando a ambos en el contexto de la historia del mundo pagano y del pueblo de Dios. Sigue un estilo litera- rio similar al de los clásicos griegos. Existen datos históricos de todos los personajes políticos citados.

El personaje de más renombre es Poncio Pilato. Este gobernador romano trató con dureza a los judíos, especialmente a los procedentes de la región de Galilea. El nombre de Pilato proviene de la palabra latina «pilum», que significa: lanza. Tal vez hace referencia a alguna acción bélica de importancia realizada por él o por alguno de sus antepasados. Filón, escritor judío no cristiano, califica a Pilatos como: cruel, avaro, altanero e inflexible.

Acto seguido se hace la presentación de Juan como profeta sobre quien viene la Palabra de Dios; profeta que predica la conversión y que prepara el nuevo y definitivo Éxodo.  Juan Bautista procedía de una familia sacerdotal que había sido perseguida durante la ocupación griega del rey Antíoco Epifanes por mantenerse fiel a la tradición judía. Zacarías e Isabel, padres de Juan Bautista, no están bien considerados entre la clase sacerdotal porque no congenian con aquellos sacerdotes que aceptan a los romanos. Juan fue desde pequeño «nazireo», es decir, consagrado a Yavé. Ello suponía una gran dureza de vida: No se casará, no beberá vino, no entrará navaja en su pelo...

Todo ello está en consonancia con la vida dura que llevaba en el desierto y con su figura austera. Vestir con una túnica hecha «con pelos de camello» significa que viste como los profetas. Así vestía el profeta Elías. Alimentarse con «miel silvestre y saltamontes» significa que comerá tan sólo de lo que halle en el desierto, sin pedir favores a nadie, manteniendo su independencia.

Las notas geográficas que jalonan la actividad del Bautista están cargadas de contenido teológico: El desierto es, en el Antiguo Testamento, el lugar al que Dios condujo a Israel para realizar con él la alianza y convertirlo en su pueblo. Es el lugar de las relaciones íntimas entre Dios y el pueblo. Lucas ilustra la predicación de Juan Bautista con un texto del «Libro de la Consolación» del profeta Isaías (40,3-5). El texto tomado de Isaías es un anuncio del regreso de los desterrados. Yavé va en la primera fila de los que caminan hacia una tierra prometida.

Todo está indicando que Jesús es la persona elegida por Dios Padre para dirigir el nuevo Éxodo; va a constituirse en el nuevo Moisés que conduce hacia Dios a un nuevo pueblo.



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