El
personaje de más renombre es Poncio Pilato. Este gobernador romano trató con
dureza a los judíos, especialmente a los procedentes de la región de Galilea.
El nombre de Pilato proviene de la palabra latina «pilum», que significa:
lanza. Tal vez hace referencia a alguna acción bélica de importancia realizada
por él o por alguno de sus antepasados. Filón, escritor judío no cristiano,
califica a Pilatos como: cruel, avaro, altanero e inflexible.
Acto
seguido se hace la presentación de Juan como profeta sobre quien viene la
Palabra de Dios; profeta que predica la conversión y que prepara el nuevo y
definitivo Éxodo. Juan Bautista
procedía de una familia sacerdotal que había sido perseguida durante la
ocupación griega del rey Antíoco Epifanes por mantenerse fiel a la tradición
judía. Zacarías e Isabel, padres de Juan Bautista, no están bien
considerados entre la clase sacerdotal porque no congenian con aquellos
sacerdotes que aceptan a los romanos. Juan fue desde pequeño «nazireo», es
decir, consagrado a Yavé. Ello suponía una gran dureza de vida: No se
casará, no beberá vino, no entrará navaja en su pelo...
Todo
ello está en consonancia con la vida dura que llevaba en el desierto y con su
figura austera. Vestir con una túnica hecha «con pelos de camello» significa
que viste como los profetas. Así vestía el profeta Elías. Alimentarse con
«miel silvestre y saltamontes» significa que comerá tan sólo de lo que halle
en el desierto, sin pedir favores a nadie, manteniendo su independencia.
Las
notas geográficas que jalonan la actividad del Bautista están cargadas de
contenido teológico: El desierto es, en el Antiguo Testamento, el lugar al que
Dios condujo a Israel para realizar con él la alianza y convertirlo en su
pueblo. Es el lugar de las relaciones íntimas entre Dios y el pueblo. Lucas
ilustra la predicación de Juan Bautista con un texto del «Libro de la
Consolación» del profeta Isaías (40,3-5). El texto tomado de Isaías es un
anuncio del regreso de los desterrados. Yavé va en la primera fila de los que
caminan hacia una tierra prometida.
Todo
está indicando que Jesús es la persona elegida por Dios Padre para dirigir el
nuevo Éxodo; va a constituirse en el nuevo Moisés que conduce hacia Dios a un
nuevo pueblo.
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