La imagen de San Judas Tadeo, al igual que muchas
lo muestran sosteniendo una imagen de Jesus en su pecho (El Santo Mandylion).
Esta es una impresion del rostro de Jesus. Según
los escritos de Eusebio (el padre historiador de la Iglesia) del siglo III,
durante el reinado de Abgar, rey de Edesa (Turquía moderna en la actualidad,
cerca de Siria), la noticia de las sanaciones de Jesús se extendió hacia el
norte.
El rey estaba afligido con una enfermedad grave
(algunos dicen que era lepra), y envió a un mensajero rogando a Jesús que
viniera a curarlo. Nuestro Señor le brindó esperanza al rey al mandarle a decir
que enviaría a alguien para ayudar al rey en su sufrimiento.
Fue San Judas quien trajo un paño con el rostro de
Jesús al rey y lo curó. El rey escuchó la elocuente presentación del Evangelio
por San Judas, y el rey y muchos de sus súbditos fueron convertidos.
Después de establecer la Iglesia en Edesa, San
Judas viajó por Armenia y partes del Cercano Oriente predicando el Evangelio.
Finalmente, fue martirizado por la fe.
Los hechos de esta tradición sugieren que el
Mandylion de San Judas, junto con el Sudario de Turín contienen las primeras
representaciones conocidas de Jesús.
El Mandylion desapareció durante la conquista sasánida
de Edesa en 609. Una leyenda árabe, recogida por el historiador Andrew Palmer
en su visita a Urfa (Edesa), cuenta que la toalla (mendil) de Jesús fue
arrojada a un pozo en lo que hoy es la Gran Mezquita de la ciudad.
La tradición cristiana, en cambio, recoge que en
944 fue intercambiado por un grupo de prisioneros musulmanes. Por esa época, la
Imagen de Edesa se llevó a Constantinopla, donde fue recibida con gran pompa
por el emperador Romano I, que la depositó en la capilla del Gran Palacio de
Constantinopla. Allí permaneció hasta que los Cruzados saquearon la ciudad en 1204,
llevándose gran parte de sus tesoros a Europa Occidental. Ningún texto de esa
época menciona el Mandylion.
Su destino posterior es discutido: para unos la
reliquia permaneció en la Sainte Chapelle de París hasta que desapareció
durante la Revolución francesa; para otros Leonardo Montaldo, capitán
genovés, la legó en 1388 a la iglesia de San Bartolomé de los Armenios de su
ciudad, donde se encontraría actualmente con el nombre de Santa Faz; por
último, otros la identifican con un icono bizantino que se localiza en Italia
desde mediados del siglo XIII y que desde finales del siglo XVI se conoce como
"rostro de Edesa", conservándose actualmente en la capilla papal de
la sala de la condesa Matilde del palacio Vaticano.
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