142. El Concilio Vaticano II
enseña que este amor conyugal « abarca el bien de toda la persona …. Por algo será que un amor sin
placer ni pasión no es suficiente para simbolizar la unión del corazón humano
con Dios.
143.
Deseos, sentimientos,
emociones, eso que los clásicos llamaban «pasiones», tienen un lugar importante
en el matrimonio… Es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa,
y esta tendencia tiene siempre señales afectivas básicas: el placer o el dolor,
la alegría o la pena, la ternura o el temor… El ser humano es un viviente de
esta tierra, y todo lo que hace y busca está cargado de pasiones.
144.
Jesús, como verdadero hombre, vivía las cosas con una carga de emotividad.
145. Experimentar una emoción no es algo
moralmente bueno ni malo en sí mismo… Hay personas que se sienten capaces de un gran amor sólo
por- que tienen una gran necesidad de afecto, pero no saben luchar por la
felicidad de los demás y viven encerrados en sus propios deseos. En ese
caso, los sentimientos distraen de los grandes valores y ocultan un
egocentrismo que no hace posible cultivar una vida sana y feliz en familia.
146.
… La madurez llega a una
familia cuando la vida emotiva de sus miembros se transforma en una
sensibilidad que no domina ni oscurece las grandes opciones y los
valores sino que sigue a su libertad, brota de ella, la enriquece, la embellece y la
hace más armoniosa para bien de todos.
147.
… La Iglesia, con sus
preceptos y prohibiciones, ¿no convierte acaso en amargo lo más hermoso de la
vida? ¿No pone quizás
carteles de prohibición precisamente allí donde la alegría, predispuesta en
nosotros por el Creador, nos ofrece una felicidad que nos hace pregustar algo
de lo divino? …
152.
… de ninguna manera
podemos entender la dimensión erótica del amor como un mal permitido o como un
peso a tolerar por el bien de la familia, sino como don de Dios que
embellece el encuentro de los esposos.
156.
Es importante ser claros
en el rechazo de toda forma de sometimiento sexual. Por ello conviene evitar
toda interpretación inadecua- da del texto de la carta a los Efesios donde se
pide que «las mujeres estén sujetas a sus mari- dos » (Ef 5,22). San
Pablo se expresa aquí en categorías culturales propias de aquella época, pero
nosotros no debemos asumir ese ropaje cultural, …
159.
En este sentido, san Juan Pablo II dijo que los textos bíblicos «no dan fundamento ni para sostener
la “inferioridad” del matrimonio, ni la “superioridad” de la virginidad o del
celibato »
en razón de la abstención sexual.
162.
El celibato corre el
peligro de ser una cómoda soledad, que da libertad para moverse con autonomía,
para cambiar de lugares, de tareas y de opciones, para disponer del propio
dinero, para frecuentar personas diversas según la atracción del momento. En ese caso, resplandece el
testimonio de las personas casadas.
163. … No podemos prometernos tener
los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos
tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos
hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad. El amor que nos prometemos
supera toda emoción, sentimiento o estado de ánimo, aunque pueda incluirlos. Es
un querer más hondo, con una decisión del corazón que involucra toda la existencia.
Así, en medio de un conflicto no resuelto, y aunque muchos sentimientos
confusos den vueltas por el corazón, se mantiene viva cada día la decisión de
amar, de pertenecerse, de compartir la vida entera y de permanecer amando y
per- donando. Cada uno de los dos hace un camino de crecimiento y de cambio
personal. En medio de ese camino, el amor celebra cada paso y cada nueva etapa.
(Exhortación Apostólica “La Alegría del Amor”
Amoris Laetitia, 141-164)
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