jueves, 12 de mayo de 2016

JUEVES DE LA VII SEMANA DE PASCUA. EL EVANGELIO DEL 12 DE MAYO


EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: - «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Juan 17, 20-26


COMENTARIO
“…para que todos sean uno… para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno”

Difícil tema es el de la unidad; o al menos a mí me lo parece. Creo que en nuestra iglesia hemos conocido una “unidad de gabinete” que ha pervertido realmente el anhelo de “unidad”. “Communione, nudum nomen”, o lo que es lo mismo, “de la comunión sólo nos queda el nombre”. Disculpad el tono pesimista del comentario de hoy, pero es que realmente creo que “vamos cada uno a lo nuestro” en esta iglesia. Eso sí, palabras no nos faltan, hablamos de “equipo”, de “consejos”, de “grupos”; hemos formulado una gramática (parda) sobre la unidad. Pero ya está.

Al final “utilizamos” la unidad como coartada lingüística, pero en el fondo ninguno estamos dispuestos a renunciar a se el “guay” oficial, el “progre” oficial, el “intelectual” oficial… y hasta el “payasote” oficial. Sólo si se nos reconoce nuestro “personismo” estamos dispuestos a “jugar” con los otros.

Hemos confundido la unidad con la “coincidencia”, es decir, con “complementarnos bien pero sin pisarnos”; ahora bien si pisas mi parcela, ya no somos dos, sino uno más uno. Hemos confundido también la unidad con la “uniformidad”, es decir, “hagamos lo mismo y de la misma manera”, ahora bien si lo haces de otra manera eres un hereje. Hemos confundido la unidad con la “sumisión”, es decir, “haz lo que yo te mando porque a mí me toca mandar y a ti obedecer”; sin comentarios.

Este “ser uno” del que nos habla hoy Jesús en el evangelio de San Juan, ¿tiene algo que ver con todo lo anterior? Yo, sinceramente, creo que no. “Que todos sean uno”, para la primitiva comunidad cristiana, era la única manera de “hacer visible el proyecto de Jesús” en la sociedad. 

Yo en ellos y tu en mi”…decía Jesús. Lo importante es el “proyecto”, el “guión”, y en ningún caso “los actores” y “el “escenario”. Hemos ido fabricando poco a poco una “iglesia de actores y escenarios” y hemos ido “tirando por la borda” el “guión”. Lo que da la unidad es el “guión”.

Por eso nuestros “personismos” eclesiales (como curas, catequistas, agentes de la caridad, de la liturgia…) “guays” nos han convertido en ´”ídolos” vaciados de “guión” (de evangelio). Y cuando caemos en esa trampa “el guión” (el evangelio) no es reconocible por mucho que nos esforcemos como “actores” en la interpretación. Eso sí, pasaremos buena parte de nuestro tiempo con nuestra “gramática (parda) de la unidad”.

Para mí, la única manera de “ser uno” es que los actores nos hagamos un poquito “más transparentes” (¿prescindibles?), y que así pueda brillar en el escenario de la historia… “el guión”… como una “rosa”, ayer capullo, mañana marchita, pero siempre en la memoria del rosal.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu opinión.