lunes, 13 de septiembre de 2021

EVANGELIO DEL LUNES 13 DE SEPTIEMBRE. SEMANA 24 DEL TIEMPO ORDINARIO






EVANGELIO

En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga.»
Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.» Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

Lucas   7, 1-10


COMENTARIO

Borges, en Nota para un cuento fantástico, afirma que "la derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece". Simplemente, genial; porque, además de ser una frase rotunda...es real.

El centurión era un derrotado para la religión judía; por ser centurión y por no sé cuantas cosas más, no "merecía" ninguna bendición de Dios. 

Jesús era un triunfador; era judío...díscolo... pero judío; era portador de bendiciones. 

El que no merecía nada se encuentra ante el que lo merece todo. El derrotado...ante el triunfador. Pero allí pasa algo que invierte los papeles.

Y es que la dignidad se encuentra en lugares más hondos que los roles sociales que cada uno ocupamos. 

El triunfador, el que se dice Mesías, tuvo la capacidad de mirar al centurión en su interior: en "su dignidad"; y allí descubrió lo que anida en el fondo de todo ser humano, a saber, la necesidad de ser escuchado en nuestras heridas

Por eso, a mi juicio, es el centurión quien salva a Jesús de los pocos resquicios que ya le quedaban de "judaísmo ruidoso" (en otros evangelios -Marcos y Mateo- lo hizo la mujer siro- fenicia, recordáis?).

La actitud del centurión "hace más digno" al judaísmo, cuyo orgullo había cegado su capacidad para la misericordia. Jesús es mediador cuando hace y cuando se deja hacer (como en este caso).

Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida, no digo yo que no haya que valorar la "fe del centurión"; efectivamente es digna de contemplación. 

Pero, paralelamente a esa sensibilidad, el texto viene a recordarnos las veces que vamos por la vida dando lecciones de "merecimiento" y, consciente o inconscientemente, vamos aparcando al borde del camino a hombres y mujeres "heridos".

Si algo nos enseña Jesús es a no consentir que alguien herido tenga que sentirse derrotado para ser escuchado
Es al revés...el herido es portador de una experiencia que te salva a ti ("... ni en Israel he encontrado tanta fe").

Y por otra parte, ir permanentemente por la vida diciendo que "no somos dignos de...", nos hace olvidar que hubo alguien que nos enseño a no malgastar el tiempo con retóricos ejercicios de sospechosa humildad. 

Mejor es gastar ese tiempo en detectar "las heridas interiores", propias y ajenas, ... y sanarlas.

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