domingo, 12 de septiembre de 2021

EVANGELIO DEL DOMINGO 12 DE SEPTIEMBRE. SEMANA 24 DEL TIEMPO ORDINARIO

 




EVANGELIO

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino preguntó a sus discípulos:
–¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos le contestaron:
–Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas. Él les preguntó:
–Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Pedro le contesto:
–Tú eres el Mesías.
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Y empezó a instruirlos:
–El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días.
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro:
–¡Quítate de mi vista, Satanás ! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo:
–El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará.

Marcos  8, 27-35


COMENTARIO

Así, sin querer, Pedro quiso inventar otra religión distinta a la que proponía Jesús; de ahí la repuesta airada del Maestro de Galilea. Pedro conocía la orto-doxia, pero no llegaba a intuir qué consecuencias prácticas (reales) suponía el discipulado de Jesús.



Pedro creía en un mesianismo a la antigua usanza y de vuelo bajo; un poquito de incienso y alguna que otra postración, realizado todo con mucha unción.

Pero se encontro con un Jesús que le decía que la vida era, así como suena, material fungible. Que la vida era para gastarla, perderla, quemarla, entregarla...enterrarla. 

La religión de Jesús, su manera de ser mesías, no es otra más que la entrega, la pérdida, la donación, el desgaste... 

Y tales actitudes han de ser directamente proporcionales a tu calidad para sembrar de humanidad, de sentido, de plenitud y de felicidad no-excluyente la vida de los que te rodean. Se trata de negar el "yo" para afirmar el "nosotros". Ese es el Credo "orto-práctico" de Jesús. Esta es su única Ley. 

Lo que parece claro es que, respetando otras opciones religiosas y búsquedas de sentido, no es posible ser cristiano si gastarte, sin perderte, sin vaciarte...



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