viernes, 8 de enero de 2021

EVANGELIO DEL VIERNES 8 DE ENERO.

                                 



EVANGELIO
“En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma. Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer. Él les replicó: Dadles vosotros de comer. Ellos le preguntaron: ¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Cuando lo averiguaron le dijeron: Cinco, y dos peces.
Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres”.
Mateo   6,34-44
COMENTARIO

Hoy está moda la palabra “mediador” por aquello de la “mediación social”. Los que entienden de contextos sociales advierten que a mayor dosis de individualismo en la sociedad, más necesidad de “mediadores”. 

 

Hubo alguien que fue el “mediador por excelencia”, y en una situación típica de individualismo  (“estamos en despoblado, y ya es muy tarde, despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer”), tiró de estrategia “mediadora” (“·¿cuántos panes tenéis?... pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran”) y obviamente logró el objetivo momentáneamente (“comieron todos y se saciaron”).

 

Dos detalles: no consta que el Maestro de Galilea comiera; me imagino que con el ajetreo que debió haber allí no tuvo tiempo, y acabaría rendido y sin cenar aquel día. 

 

El otro detalle es más sorprendente. Según cuenta Marcos unas cuantas horas más tarde los mismos discípulos que hicieron de camareros en la comida, confundieron a Jesús con un fantasma en medio del lago y el evangelista hace notar que “no habían comprendido lo de los panes porque tenían la mente embotada”.

 

Resumiendo, la mediación de Jesús desde el punto de vista de la rentabilidad social y eclesial, también fracasó: ni creó conciencia social, ni creó comunidad eclesial

 

Quizás hoy sea un bien día para “caer en la cuenta” de que el cristiano es un mediador vocacionado, y que dicha tarea mediadora no puede profesionalizarse hasta el extremo de hacerla “rentable socialmente”. 

 

“Ponerse en medio” no es una profesión, es un estilo de vida que comienza con el propio testimonio vital, y su primera consecuencia quizás sea el “olvido de sí” y la “sobre dimensión del otro”. 

 

Quizás por eso, la mejor garantía de que la mediación se coloque en el mismo nivel de fracaso que el de Jesús sea, no la connivencia con los poderes del momento, sino el estupor y la incomprensión ante ellos. 

 

Será entonces el momento en el que comprobaremos que es el Reino de Dios lo que llega a nosotros y no los interesados reinos de taifas en los que interesadamente nos refugiamos.

 





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