LA PALABRA
“Jesús se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Recibid el Espíritu Santo.
Tomás, uno de los doce no estaba con ellos, y dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto la mano en su costado, no creo”
A los ocho días Jesús le dijo: Tomás, trae tu dedo, aquí tienes mis manos.. no seas incrédulo.
Jesús le dijo: .. dichosos los que crean sin haber visto
(Juan 20, 19-31)
LA EXPERIENCIA
Tomás lo tiene todo: la duda y la dicha, la increencia y la creencia, la lejanía y la cercanía. Pero esa ambigüedad es la que le permite estar en la búsqueda.
Nuestra fe se nutre de momentos habitados por la firmeza y de tiempos de desolación y angustia. No somos más por nuestros momentos de confianza, y no somos menos por nuestra historia de dudas.
La incansable búsqueda y la tenacidad, en ocasiones silente, nos enraíza en la fortaleza que aguanta.
LA CELEBRACIÓN
Este II Domingo de Pascua ponle nombre a tus ambigüedades.
1. Recuerda alguna actitud tuya que haya manifestado distancia, frialdad, cálculo... Dicho de otro modo: tu también, en alguna ocasión, te habrás llamado Tomás. ¿Qué razón tenías para ser así?
2. Después, analiza tu reacción ante ella: ¿tuviste actitudes de cerrazón, huida, repliegue? ¿O más bien te catapultaste a un crecimiento personal que te hizo bien? Tomás dudó y creció... ¿te mereció a ti la pena?
LA PLEGARIA
¡Señor y dador de vida,
sabemos de nuestras cerrazones y miedos,
y también de nuestras dudas e inacciones.
En Jesús descubrimos la persona
que siempre camina
y que nunca deja de poner
su mirada en el futuro.
Por eso nuestra fe hoy quiere ser decisión firme y esperanza serena
Amén!
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