martes, 29 de noviembre de 2016

MARTES DE LA I SEMANA DE ADVIENTO. EL EVANGELIO DEL 29 DE NOVIEMBRE


EVANGELIO
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús:
- "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar." Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron"

Lucas  10, 21-24




COMENTARIO

"Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis...." ¿Y qué vieron?. Es difícil contestar a esta pregunta sobre todo porque ninguno de los que hoy estamos leyendo el evangelio estábamos allí. 

Pero esta bienaventuranza perdida de Jesús, también presente en Mateo, me da la sensación que se refiere al hecho de que el anuncio de vida que hace Jesús, o en su nombre los discípulos a quienes envía, es percibida como Buena Noticia. Y es percibida como buena noticia de modo especial por la gente sencilla. 

Alternativamente, los sabios y entendidos se sienten violentados por tal noticia. Hoy, por tanto, cabe que nos preguntamos el lugar en el que nosotros encontramos acomodo: los sencillos, o los sabios.

Muy en consonancia con el texto de ayer hay que entender el de hoy. Ya se que son tonterías lingüísticas, pero como decía aquel "tonterías interesantes". La palabra "sencillo", frente a sabio, puede despistarnos en el evangelio de hoy. 

En el griego original del Nuevo Testamento se utiliza la palabra "nepioi", que en la vulgata (la traducción de la biblia al latín) se traduce por "parvulus".Tanto una palabra como otra designa a los niños más pequeños, incluso a los bebés. Es decir, que sería más exacto, en vez de sencillos, traducir por niños. ¡Y no es quitarle mérito a los sencillos, ni mucho menos! Lo que pasa es que este matiz condiciona, a mi juicio, el sentido del texto.

Porque parece ser que Jesús opone (una vez más) los sabios y entendidos que eran  expertos en la Ley, a los niños que no tenían por que conocerla, o en todo caso, estaban en proceso de aprendizaje. 

Visto este matiz da la sensación de que a Jesús le cansa la actitud "sabelotodo", "perfecta" y "cuadrada" de quienes se sienten dueños de la doctrina. De otra parte, parece que se alinea con aquellos que todavía tienen que aprender, se dejan asombrar, crecen, escuchan, es decir, son discípulos. 

El matiz me parece oportuno porque puede haber gente sencilla pero intolerante, o sencilla y cerrada. Yo tengo la sensación de que no es este el perfil de sencillez del que hablaba Jesús.

Si ayer el evangelio era una llamada a romper las corazas religiosas o culturales que impiden el diálogo entre las personas; si, por otra parte el domingo, el evangelio era una llamada a estar permanentemente atentos, dispuestos y abiertos en la vida; hoy el evangelio declara dichosos a quienes acogen la actitud del niño que aprende, del discípulo que escucha, de la persona que no pontifica.


La dicha no está, por tanto, en dar lecciones y en decir permanentemente a los demás lo que tenemos que hacer; son dichosos los que están siempre a la escucha de la vida, detectando en ella el sentido de nuestro caminar. 

Por eso, la presunción, el prejuicio y el orgullo es terreno hostil para la fe.

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