miércoles, 30 de noviembre de 2016

SAN ANDRÉS. EL EVANGELIO DEL 30 DE NOVIEMBRE


EVANGELIO
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Mateo  4, 18-22

COMENTARIO

El evangelio de hoy interrumpe el itinerario de adviento en esta fiesta del apóstol San Andrés. El evangelio es un texto típico del género literario de "llamada". Son textos tan sumamente abiertos que su significado no se agota. Por eso mismo son textos extremadamente simbólicos, que van mas allá del acontecimiento  histórico que ocurriera entre el llamante y el llamado.

Creo que la llamada de Jesús a Andrés se produce con una intensidad vital y existencia muy interesante. El narrador del evangelio, con una técnica más propia de los maestros que de los místicos, muestra cómo la vocación de Andrés se inserta entre la cotidianidad de su trabajo y la sorpresiva inmediatez de su decisión: "vio ...a Andrés...que estaban echando el copo en el lago...les dijo...venid y seguidme... Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron".

La segunda tensión de ese acontecimiento viene determinada por otros dos polos muy vitales, entre la memoria de lo aprendido y la apasionada búsqueda de lo que estamos llamados a ser: "pues eran pescadores.....os haré pescadores de hombres".

Entre ambas tensiones está la clave interpretativa del texto para el hoy de nuestra vida. 

Efectivamente, la fe no nos hace a las personas hombres y mujeres distintos, más llamativos o más extravagantes; la fe tiene mucho que ver con la rutinaria cotidianidad de nuestra vida. La palabra rutina, en ocasiones injustamente valorada, significa originalmente tener un camino y disfrutar de una ruta

La experiencia de la fe no tiene por qué cambiar radicalmente tu vida, si está bien enrutada. Ahora bien, esa ruta necesita de motivaciones, incentivos, deseos. Esto aporta la fe, un continuo incentivo y la necesidad de sentir la continua necesidad de caminar aunque el sendero esté trillado.

Con una finura tremenda, el narrador del evangelio no cambió el oficio ni la ruta del llamado; pescador era, pescador sigue siendo, porque en la vida, en su ruta sigue. Lo aprendido, el camino recorrido y las horas gastadas, nuca son en balde y siempre tienen un sentido. 

Ciertamente, el sentido de lo aprendido generalmente se encuentra en el cumplimiento de lo esperado y en la incesante pasión por seguir buscando.


Por eso, todos somos llamados porque todos tenemos una ruta y un camino. No hay unas elecciones más nobles o elevadas. El drama del ser humano es no tener camino ni ruta; sentarse a esperar pero... sin esperanza. 

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