martes, 4 de octubre de 2016

MARTES DE LA XXVII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 4 DE OCTUBRE.


EVANGELIO
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
Lucas  10, 38-42


COMENTARIO


El texto del evangelio de hoy tengo la sensación de que ha sido hipercomentado en el blog desde varias perspectivas... y no es cuestión de cansar. Esta mañana he releído los comentarios de otros años y caía en la cuenta de que este fragmento nos propone una interpretación derivada nada despreciable.

Efectivamente, más allá del contexto histórico en el que se produce, tengo la sensación de que bien podría significar en nuestros días el eterno conflicto entre "dispersión" y "atención". Marta es un icono de dispersión, María de atención. Lo ideal es que ambas características del ser humano se den juntas para no caer en el ensimismamiento que deriva en egoísmo, ni en la extroversión que deriva en desfondamiento.

Si aplicamos, por otra parte, estos perfiles bíblicos de Marta y María a la tarea evangelizadora de la Iglesia, tengo la sensación de que nos va a traer muchos quebraderos de cabeza. Una Iglesia alejada de su misión (dispersión) y demasiado contempladora  del misterio (atención), no deja de ser una deformación que roza el culto vacío y la siempre resultona "idolatría" del creer con "brillo" pero sin "luz".

Pero no es menos peligroso una iglesia obsesionada por su "visibilización" pública y embarcada en un "hacer sin centro" (dispersión), y que no tiene tiempo para preguntarse por aquello que tiene que cambiar, porque le puede estar estar convirtiendo en una marioneta movida por los hilos caducos del pasado con las vestimentas de una cultura pseudo-actual, a la que no fecunda ni transforma (atención).


Marta y María, o la historia de siempre, "ser... para hacer" y "hacer...siendo".

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