“no lleva cuentas del mal,
no se alegra de la
injusticia,
sino que goza con la
verdad"
Perdón
105. Si permitimos que un mal sentimiento penetre en
nuestras entrañas, dejamos lugar a ese rencor que se añeja en el corazón. La frase logízetai to
kakón significa «toma en
cuenta el mal», «lo lleva anotado», es decir, es rencoroso. Lo contrario es el perdón, un perdón que se fundamenta en
una actitud positiva, que intenta comprender la debilidad ajena y trata de buscarle excusas
a la otra persona, como Jesús cuando dijo: «Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen» (Lc 23,34). Pero la tendencia suele ser la de buscar más y más
culpas, la de imaginar más y más maldad, la de suponer todo tipo de malas
intenciones, y así el rencor va creciendo y se arraiga. De ese modo,
cualquier error o caída del cónyuge puede dañar el vínculo amoroso y la
estabilidad familiar. El
problema es que a veces se le da a todo la misma gravedad, con el riesgo de
volverse crueles ante cualquier error ajeno. La justa reivindicación de
los propios derechos, se convierte en una persistente y constante sed de venganza más que en una sana defensa de la propia dignidad.
106. Ninguna familia ignora
que el egoísmo, el
desacuerdo, las tensiones, los conflictos atacan con violencia y a veces hieren
mortalmente la propia comunión: de aquí las múltiples y variadas formas
de división en la vida familiar.
107. Hoy sabemos que para
poder perdonar
necesitamos pasar por la experiencia
liberadora de comprendernos y perdonarnos a nosotros mismos. Tantas veces
nuestros errores, o la mirada
crítica de las personas que amamos, nos han llevado a perder el cariño hacia
nosotros mismos. Eso hace que terminemos guardándonos
de los otros, escapando
del afecto, llenándonos de temores en las relaciones interpersonales. Entonces,
poder culpar a otros se convierte en un falso alivio. Hace falta orar con la propia historia,
aceptarse a sí mismo,
saber convivir con las propias limitaciones,
e incluso perdonarse,
para poder tener esa misma actitud con los demás.
Alegrarse con los demás
109. La expresión jairei
epi te adikía indica algo
negativo afincado en el secreto del corazón de la persona. Es la actitud venenosa del que se alegra cuando ve que se le
hace injusticia a alguien. La frase se complementa con la siguiente, que
lo dice de modo positivo: sygjairei te alétheia: se regocija con la
verdad. Es decir, se
alegra con el bien del otro, cuando se reconoce su dignidad, cuando se valoran
sus capacidades y sus buenas obras. Eso es imposible para quien necesita estar siempre comparándose o compitiendo,
incluso con el propio cónyuge, hasta el punto de alegrarse secretamente por sus
fracasos.
110. …Si no alimentamos nuestra
capacidad de gozar con el bien del otro y, sobre todo, nos concentramos en
nuestras propias necesidades, nos condenamos a vivir con poca alegría …
Amoris Laetitia, 105-110)
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