EVANGELIO
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»
COMENTARIO
El evangelio de hoy es apasionante. Como en otros ámbitos de
la vida lo “sugerente” es mucho más atractivo que lo “explícito. Aquí, lo explícito,
es la bronca de “mal gusto” con perfil gruñón que Jesús se marca en “territorio
amigo”. Lo sugerente es el mensaje entre líneas que nos ofrece y el “aviso para
navegantes” que nos invita a la lucidez y a mi juicio a la serenidad.
En alguna que otra ocasión hemos dicho que hay una línea de
fuerza en los evangelios a la que hemos llamado geo-estrategia y que vertebra el plan literario de los
evangelistas. Ellos saben muy bien donde colocar a Jesús y qué palabras poner
en su boca. No es lo mismo estar en Tiro o Sidón que en Cafarnaúm, por ejemplo.
Pues bien, Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm son “territorio
amigo”, lugares de cultura judía. Los biblistas más lúcidos ven muy complicado
que Jesús pronunciara textualmente estas palabras; se trata más bien de unas
palabras fruto de una “primera depresión” por la que pasó la comunidad de Mateo.
Efectivamente, ellos veían que el “anuncio del Reino” cundía más en Tiro y Sidón (ciudades
paganas) que en las “religiosas Corozaín,, Betsaida y Cafarnaum. Y no se lo
explican. El tono amenazante del evangelio es lo que menos importa. De hecho,
la “amenaza” es una “manera de expresar” la queja. ¡Quien nunca haya amenazado
a nadie en la vida que tire la primera piedra! (aunque sean amenazas “modo
madre”)
Realmente, lo que se está ventilando en este texto bíblico
es la queja de Jesús (o de la comunidad de Mateo) dado que la tarea evangelizadora
entre los judíos es poco “fructuosa”, lenta y si se descuidan “peligrosa”.
Traído el texto al “hoy” de nuestra vida, en qué nos tiene
que hacer pensar. Para mí es evidente la aplicación. Hay un género literario
que se oye mucho por nuestros “ambientes religiosos” de parroquias, obispados,
conventos … y que podríamos calificar como de “teología del parece mentira”. Me explico.
“Parece mentira”…es una expresión que utilizamos cuando nos
“escandaliza” que en “territorio amigo”, nuestros propios círculos, en ocasiones
nos “quitemos la piel”, pero no por desgaste misionero sino por rencillas
personales, envidias, celos… y en el peor de los casos por esa mentalidad
excluyente del “quítate de ahí que ese es mi sitio”. Cuando esto ocurre en nuestros “propios
centros y estructuras de evangelización” siempre nos sale esta expresión:
“parece mentira que entre cristianos pasen estas cosas” … “así nos va”, o en
palabras del Papa Francisco en la Evangelii Gaudium… “a quién vamos a convencer con
estos maneras”.
Y “nos extrañamos a nosotros mismos”. La historia se repite.
Igual que a Jesús le “escandaliza” esa respuesta en “territorio amigo”, a nosotros
nos “escandalizan” esas actitudes “entre los de dentro”·
Ante esta situación creo son importantes dos actitudes: en
primer lugar, “lucidez”. Ea! Somos así, nos guste o nos incomode más o menos.
De hecho, cuando observas situaciones donde “aparentemente” todo es idílico y
no “pasa nada” yo tiendo a pensar que allí no acaba de predicarse el “evangelio
de Jesús”, sino otro evangelio un poquito “caramelizado”, dulzón y tostado.
En segundo lugar: “serenidad”. Cierto es que Jesús “abronca”
un poquito y “amenaza” otro tanto, pero luego “cruza a la otra orilla”, se arma
de valor y vuelve…. A intentarlo otra vez. Lo importante es “volver”.
No tienen lugar en nuestra Iglesia los que “sentencian” para
siempre (¡que torpe eso de la excomunión!). Con lo bello –y sacrificado, en
ocasiones- que es eso del “amor misericordioso”. Eso…. ¡volver!
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