Un buen día la alcaldía le encargó un gran
caballo para una plaza de la ciudad. Un camión trajo al taller el bloque
gigante de granito. El escultor empezó a trabajarlo, subió a una escalera, a
golpes de martillo y cincel. Los niños lo miraban hacer.
Entonces los niños partieron de vacaciones,
rumbo a las montañas o el mar. Cuando regresaron, el escultor les mostró el
caballo terminado. Y uno de los niños, con ojos muy abiertos, le preguntó:
-
"Pero... ¿cómo sabías que adentro de aquella piedra había un
caballo?"
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