viernes, 26 de junio de 2015

EL EVANGELIO DEL 26 DE JUNIO. VIERNES DE LA SEMANA XII

EVANGELIO
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»

Mateo  8, 1-4

COMENTARIO

El texto de hoy lo hemos comentado ya en varias ocasiones, incluso en lo que llevamos de año, en la versión de Marcos. Apenas hay diferencia en la versión de Mateo. Si no me resisto sólo a colocar un enlace para  ofreceros lo que en su momento dijimos es por “aclarar”, en clave de esperanza, el comentario de ayer que me dejó “mal sabor de boca”. Detesto el pesimismo, de verdad, pero en ocasiones se me resbalan las palabras y “empringan” el texto.

Al tratarse de un milagro ya sabemos que hay que suponerle un escenario histórico al texto, en el que Jesús probablemente liberara del peso de su enfermedad física y social a aquel pobre leproso. Pero como ocurre en todos los milagros el propio Jesús, o la comunidad que le predica y anuncia, convirtió aquel acontecimiento relativamente normal en una “milagro” (algo digno de “asombro”) sobre todo a la hora de anunciar las “pretensiones” de Jesús.

Efectivamente, Jesús es el hombre-Roca (recordad el evangelio de ayer), “escucha” al Padre y “cumple” con su propia vida.  Jesús es la Casa edificada sobre Roca que no se hunde. No se limita a “decir bien” (palabras…), sino que además “hace el bien” (quiero, queda limpio).

Jesús no hace castillos en la arena; porque “castillo en la arena” era la reliquia de judaísmo que el Maestro de Galilea tenía ante su mirada todos los días. Una religión des-compuesta, con una super-estructura mastodóntica y con muchas dificultades para “moverse”. Este es uno de los grandes problemas de las religiones –su institucionalización- ¡ojo al Evangelio de este próximo domingo!, genial…

Esta dificultad para “moverse”  (cambiar) del judaísmo de la época de Jesús quizás se debiera al miedo por si acaso, en alguno de esos re-ajustes, le quitaban el lugar preponderante, desde el punto de vista cultural y económico, que tenían. De los romanos no había que fiarse. Y en parte yo creo que iban encaminados.

El problema es que, cuando hay gente que sufre, no queda otra más que “decir y hacer” (quiero…queda limpio). Y ese el proyecto alternativo de Jesús. No se trata de conquistar el poder para mandar. Se trata sólo de servir, amando, para que los “apartados” por cualquier “sistema” (también los "eclesiásticos”) perciban “que Dios está de su parte”.

Yo nunca he sido muy “papista”; creo que tampoco ahora - incluso la encíclica publicada la semana pasada –Laudato Si- a mi me parece que pudiera quedarse reducida a una “maniobra de entretenimiento” para ensombrecer a dos textos sinodales -Evangelii Gaudium-, ya parido y amortizado, y el que salga el año que viene tras la finalización del Sínodo de la Familia, que bien pudiéramos caracterizarlo como de “embarazo de alto riesgo”;  por lo que cuentan va a ser un Sínodo tan “controlado” que la probabilidad de “conversión institucional” va a ser casi nula . 

Pero, a lo que iba, decía que yo no soy muy “papista”, pero el “éxito de Francisco” radica en des-instalar -desinstalándose él- lo mastodóntico de la institución eclesiástica, y en “devolver las voz” a algunos acontecimientos y personas que habían sido “silenciados” con mucho estilo y con la “parsimoniosa y cínica ternura vaticana”.


Jesús dijo, "quiero, queda limpio"; Francisco parece decir a veces: "me da la gana, ...lo hablamos". Las pretensiones de este último son menores, pero el atrevimiento...mayúsculo. Veremos.

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