EVANGELIO
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»
El texto de hoy lo hemos comentado ya en varias ocasiones,
incluso en lo que llevamos de año, en la versión de Marcos. Apenas hay
diferencia en la versión de Mateo. Si no me resisto sólo a colocar un enlace
para ofreceros lo que en su momento
dijimos es por “aclarar”, en clave de esperanza, el comentario de ayer
que me dejó “mal sabor de boca”. Detesto el pesimismo, de verdad, pero en
ocasiones se me resbalan las palabras y “empringan” el texto.
Al tratarse de un milagro ya sabemos que hay que suponerle
un escenario histórico al texto, en el que Jesús probablemente liberara del
peso de su enfermedad física y social a aquel pobre leproso. Pero como ocurre
en todos los milagros el propio Jesús, o la comunidad que le predica y anuncia, convirtió aquel acontecimiento relativamente normal en una “milagro” (algo digno de “asombro”) sobre todo a la hora de anunciar
las “pretensiones” de Jesús.
Efectivamente, Jesús es el hombre-Roca (recordad el
evangelio de ayer), “escucha” al Padre y “cumple” con su propia vida. Jesús es la Casa edificada sobre Roca que no
se hunde. No se limita a “decir bien” (palabras…), sino que además “hace el
bien” (quiero, queda limpio).
Jesús no hace castillos en la arena; porque “castillo en la
arena” era la reliquia de judaísmo que el Maestro de Galilea tenía ante su mirada
todos los días. Una religión des-compuesta, con una super-estructura
mastodóntica y con muchas dificultades para “moverse”. Este es uno de los
grandes problemas de las religiones –su institucionalización- ¡ojo al Evangelio
de este próximo domingo!, genial…
Esta dificultad para “moverse” (cambiar) del judaísmo de la época de Jesús
quizás se debiera al miedo por si acaso, en alguno de esos re-ajustes, le
quitaban el lugar preponderante, desde el punto de vista cultural y económico,
que tenían. De los romanos no había que fiarse. Y en parte yo creo que iban
encaminados.
El problema es que, cuando hay gente que sufre, no queda
otra más que “decir y hacer” (quiero…queda
limpio). Y ese el proyecto alternativo de Jesús. No se trata de conquistar
el poder para mandar. Se trata sólo de servir, amando, para que los “apartados”
por cualquier “sistema” (también los "eclesiásticos”) perciban “que Dios está de
su parte”.
Yo nunca he sido muy “papista”; creo que tampoco ahora - incluso
la encíclica publicada la semana pasada –Laudato Si- a mi me parece que pudiera
quedarse reducida a una “maniobra de entretenimiento” para ensombrecer a dos
textos sinodales -Evangelii Gaudium-, ya parido y amortizado, y el que salga el
año que viene tras la finalización del Sínodo de la Familia, que bien pudiéramos
caracterizarlo como de “embarazo de alto riesgo”; por lo que cuentan va a ser un Sínodo tan
“controlado” que la probabilidad de “conversión institucional” va a ser casi
nula .
Pero, a lo que iba, decía que yo no soy muy “papista”, pero
el “éxito de Francisco” radica en des-instalar -desinstalándose él- lo
mastodóntico de la institución eclesiástica, y en “devolver las voz” a algunos
acontecimientos y personas que habían sido “silenciados” con mucho estilo y con
la “parsimoniosa y cínica ternura vaticana”.
Jesús dijo, "quiero, queda limpio"; Francisco parece decir a veces: "me da la gana, ...lo hablamos". Las pretensiones de este último son menores, pero el atrevimiento...mayúsculo. Veremos.
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