miércoles, 25 de marzo de 2015

LA ANUNCIACIÓN DE JESÚS


El texto de la Anunciación del ángel a María está construido sobre el esquema clásico de los relatos de anunciación de la Biblia.

La intervención del ángel, el anuncio del nacimiento de un hijo, la comunicación del nombre que se le impondrá, y la revelación de la identidad del que va a nacer.

En todo relato de vocación, inmediatamente después de la llamada de Dios, se expresa la duda o el temor. Dios aprovecha esa duda para dar a conocer la misión con mayor claridad y el apoyo divino con que contará. Termina dando un signo que confirma todo cuanto se ha revelado (“Isabel ha concebido un hijo”). Lucas pone punto final a la escena hablando de la fe de María, que se declara servidora o esclava del Señor.

El texto presenta otros detalles:

El arcángel encargado de hacer el anuncio es «Gabriel» (mensaje de Dios). Este arcángel aparece en el libro del profeta Daniel como el encargado de explicar una visión relacionada con los tiempos en los que vendrá el Mesías. Poner el anuncio en boca de «Gabriel» equivale a señalar a María como madre del Mesías.

Esta anunciación contrasta con la anunciación que el ángel del Señor ha hecho al sacerdote Zacarías, al que le ha dicho que va a tener un hijo, que será Juan Bautista. Zacarías recibe su anunciación en el Templo de Jerusalén... y no cree. María recibe su
anunciación en una humilde población, lejana a los círculos ortodoxos de la ciudad santa. María cree y acepta la presencia de Dios en su vida.

El niño se llamará «Yehosua», palabra compuesta de Yahvé + Oseas, y que significa: Dios Salvación. En el siglo I se decía y pronunciaba como «Jesús».

La intención:

Jesús está llamado, desde el inicio de su vida, a ser salvación de Dios. En otro lugar del evangelio aparece un sobrenombre de Jesús: «Enmanuel». Se trata de un nombre tomado del libro del profeta Isaías 7,14. Isaías anuncia al rey Ajaz el nacimiento de un hijo que será signo de vida y esperanza. Este hijo llevará el nombre de su misión: «Dios está con nosotros = Enmanuel» Se trata de un paraleleismo que expresa la identidad de Jesús. Pero a Jesús nunca le llamaron «Enmanuel».

Este texto contribuye a definir a Jesús de Nazareth: será todo el amor de Dios presente en medio de su pueblo.

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