El campesino confiado
La primera parábola
que propone Jesús es una parábola «de contraste». El principio contrasta con el
final. El sembrador planta la semilla... y tranquilamente espera una cosecha
abundante. En la parábola se describe plásticamente la inactividad del
labrador, que después de la siembra continúa su vida normal, alternando el
dormir y el levantarse, la noche y el día. La semilla crece sin que él sepa
explicar este proceso de crecimiento positivo.
Esta parábola fue
construida para las primeras comunidades que atravesaban momentos de crisis. La
predicación era dura y difícil, los obstáculos muchos y variados... Y los
evangelistas ponen en labios de Jesús una exhortación a la confianza.
Esta parábola
subraya la importancia de los procesos graduales, que se desarrollan
progresivamente hasta culminar de forma positiva. Existen autores que ven en
esta parábola una oposición a los «zelotes»; grupos de guerrilleros judíos
fundamentalistas que intentaron acelerar la llegada de un Mesías político
mediante un sinfín de revueltas sangrientas.
La semilla de mostaza
También es una
parábola «de contraste», expresada con un elemento agrícola pro- pio de
Palestina. El contraste radica entre lo minúsculo de la semilla y lo grande del
arbusto que produce. Una semilla de mostaza es pequeña, como la cabeza de un
alfiler. Hay que estar muy atento para no perderla. En las orillas del Mar de
Galilea alcanza una altura que oscila
entre dos y tres
metros, convirtiéndose en lugar para la nidificación de ciertas aves.
Ambas parábolas
están puestas para animar la confianza de las primeras comunidades cristianas.
¿Estos grupos, compuestos por gente sencilla, inculta... iban a ser el nuevo
pueblo de Dios y lugar de salvación? Jesús responde afirmativamente con estas
dos parábolas. Y lo dice con la misma certeza que el minúsculo grano de mostaza
va a convertirse en refugio de las aves.
A la luz de estas
parábolas, el cristiano no abandona nunca la esperanza. Se esfuerza en su labor
como si Dios no existiera, pero sabiendo que existe y que ilumina su vida. Da
tiempo a las «semillas» para que germinen, se desarrollen y crezcan.
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