EVANGELIO
Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.
Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?» Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.» Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»
Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?» Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.» Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»
Marcos 2, 23-28
COMENTARIO
El gran problema
con el que se encuentra Jesús en su época es que los responsables religiosos
del momento estaban sometiendo al judaísmo a una deformación muy notable.
No me da tiempo
a consultar con rigor, pero creo que el mandato del Decálogo sobre el
descanso sabático (Ex 20, 8-11; Dt 5, 12-15) no prohíbe arrancar espigas para
comer. Sin embargo, los gobernantes del momento “deforman” de tal modo el
“ideal de vida judío” que la convierten en poco menos que imposible. La Ley
Judía, que bien interpretada sólo tenía el sentido de hacer feliz al ser humano
–de ahí la importancia del descanso-, se convierte, manipulándola, en un
inconveniente ya no para la felicidad sino para la propia supervivencia.
Jesús se pone en su sitio y defiende
la Ley (con mayúsculas), pero se distancia de la ley (con minúsculas)
manipulada que pretendía hacer valer el fariseísmo del momento. Ellos sólo pretendían
tener a la población sometido a un manto religioso presuntamente divino. Pero
no cuela.
Por eso Jesús se nos revela como el hombre libre y con
mucho sentido común que ha descubierto la Ley autentica (con mayúscula) y
desenmascara los caprichos opresores y alienantes del momento. Para Jesús la
única Ley es la vida y la felicidad del ser humano (el sábado está hecho para
el hombre y no el hombre para el sábado).
Como siempre, el gran riesgo de estos textos es su
interpretación y aplicación al momento actual. Desde luego, gente mediocre que
mira por su interés y su “estrellato” y que esté dispuesta a manipular la vida
en provecho propio, la hubo y la habrá siempre (son los fariseos del momento,
sepulcros blanqueados, “jijijis y jajajas” del momento); su misión no es otra
más que manipular para ganar no se qué. En el fondo estos fariseos de hoy y de siempre se convierten
en mercenarios de la nada porque a la larga no ganan nada.
Tener la valentía de Jesús y desenmascararlos sale
caro: de hecho ése el precio de la cruz. Toca optar por callar o levantar la
voz. Y ahí cada uno tendrá que medir sus fuerzas. Reconozco que, en ocasiones,
cansa. En cualquier caso las personas que ejercemos algún liderazgo, por minúsculo
que sea, en razón de nuestro servicio religioso, político, ciudadano… si que
tendríamos que caer en la cuenta de que la honradez, la sinceridad, la lealtad,
la coherencia de vida… son la única base
posible para una religión con “fuste” que pretenda ser creíble.
De lo contrario
reproduciremos el mismo tono vital que los fariseos de hace veinte siglos y nos
ganaremos, con razón, ser los protagonistas del conocido dicho que reza así:
los mismos perros, con distintos collares.
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