Los antiguos
documentos orales sobre los que se puso por escrito la Biblia se denominan:
«Listas». Existían largas enumeraciones de acontecimientos, lugares, personajes,
descubrimientos... que configuraban la memoria histórica del pueblo de Israel antes
de disponer de documentos escritos.
De entre todas
estas listas, especial mención merecen las «listas genealógicas». La mayoría de
ellas no posee una intencionalidad histórica, tal como la entendemos
actualmente. Estas «listas» pretendían conectar a las personas con sus orígenes
y citar sus antepasados.
La «genealogía de
Jesús de Nazareth» es algo así como su partida de nacimiento. Mediante ella se
certifica la historicidad de este personaje, así como sus orígenes judíos.
Con esta genealogía
se inserta el Mesías en la historia. Hombre entre los hombres. La lista de
antepasados de Jesús pretende expresar una idea: Jesús es solidario con la
humanidad; con personajes brillantes y con personajes pecadores: La ascendencia
empieza con la de un idólatra convertido (Abrahán) y pasa por todas las clases
socia- les: patriarcas llenos de virtudes, esclavos en Egipto, un pastor
llegado a rey (David), un carpintero (José).
De las cuatro
mujeres citadas, Tamar se prostituyó, Rut era extranjera, Rahab extranjera y
prostituta, Betsabé, «la mujer de Urías», adúltera. Ni racismo ni pureza de
sangre; la humanidad tal como es. En Jesús Mesías va a culminar la historia de
Israel. Esta larga lista de personajes anteriores a Jesús pretender expresar
una idea: Jesús es una persona concreta. Como toda persona tiene unos
antepasados que forman su familia.
Aquellos primeros cristianos que escribieron los
evangelios nos quieren decir, mediante esta larga genealogía, que toda la
salvación y todo el amor de Dios se han hecho presentes en una persona concreta
con raíces familiares: Jesús de Nazareth. Para expresar esta idea nos narran la
lista de sus antepasados.
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