miércoles, 5 de marzo de 2014

EL EVANGELIO DEL MIÉRCOLES


MIÉRCOLES, 5 DE MARZO
MIÉRCOLES DE CENIZA



EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

»Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».
Mc 6, 1-18 

COMENTARIO

Hoy iniciamos el tiempo de cuaresma. Lo hacemos con el llamado «miércoles de ceniza». Esta expresión recuerda un antiguo ritual penitencial consistente en despojarse de toda ostentación, vestirse de saco y colocarse ceniza en la cabeza. La ceniza tenía un significado doble en la antigüedad: Significaba la fragilidad a la que está sometido el cuerpo humano, que se destruye tras la muerte. Y simbolizaba la purificación y renovación: En el antiguo Israel se preparaba el agua lustral (agua que regenera y da brillo a la vida espiritual) con las cenizas procedentes de la cremación de una «vaca roja». Esta práctica proviene de la más remota antigüedad, que otorgaba a las cenizas poderes regeneradores.

La bendición e imposición de la ceniza que recibimos hoy se remonta al siglo X. La Iglesia lo consideraba un sacramental, es decir, un signo que nos acerca a la salvación de Jesús.

La lectura atenta al evangelio de hoy nos muestra que esto de la «ceniza» no debe convertirse en un signo mágico, sino en una forma de actuar según el estilo de vida propuesto por Jesús de Nazareth. El evangelio está construido sobre las tres grandes obras que debía realizar el creyen- te judío: Limosna, ayuno y oración. El texto esta compuesto por tres estrofas, cada una contiene una parte negativa y otra positiva. En la parte negativa se critica las actitudes vacías que pueden darse al utilizar estos elementos. En la parte positiva se proponen nuevas actitudes para estas prácticas religiosas tradicionales. Siempre se critica la actitud de los hipócritas.

Del evangelio de hoy nacen unas preguntas que nos acompañarán durante toda la cuaresma:

- ¿Cómo lograr una limosna que sea solidaridad para todos, más que dar de lo que me sobra?  Cuando se tiene de más, es que a alguien le está haciendo falta.

- ¿Cómo lograr una oración que nos ayude a sentirnos en sintonía con un Dios que nos invita a expresar con obras concretas nuestra unión con él?

- ¿Cómo ayunar de manera que nuestras privaciones no sean un cumplir con la legalidad religiosa,  sino practicar una austeridad voluntaria que nos haga más solidarios con todos?

Ni la penitencia, ni la reconciliación, ni las prácticas religiosas deben ser motivo de tristeza. Hay que recuperar la alegría. La alegría es la mejor manera de demostrar que somos hombres y mujeres que creen en la fuerza de la Buena Noticia de Jesús.
Agradecemos el comentario a Mara Diego Andrés