El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su
Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas…
(cf. Hch 4,32).
Para
eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del
pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía
sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para
ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato
para encontrar nuevos caminos.
En su misión de fomentar una comunión dinámica, abierta y misionera,
tendrá que alentar y procurar la maduración de los mecanismos de participación
que propone el Código de Derecho Canónico y otras formas de diálogo pastoral, con el deseo de
escuchar a todos y no sólo a algunos que le acaricien los oídos.
Pero el objetivo
de estos procesos participativos no será principalmente la organización
eclesial, sino el sueño misionero de llegar a todos.
Francisco, Evangelii gaudium, n.31
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