miércoles, 4 de enero de 2012

EL EVANGELIO DE HOY

MIÉRCOLES,  4 de enero

EVANGELIO

Estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
“Éste es el Cordero de Dios”.
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver
que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa, Maestro), ¿dónde vives?»
El les dijo: “Venid y lo veréis”
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús.
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce por Pedro)».

COMENTARIO

El testimonio de Juan Bautista acerca de Jesús no es estéril. Inmediatamente fructifica y convoca a discípulos. Andrés y otro discípulo anónimo, siguen a Jesús hasta su propia casa, ven dónde vive, se quedan con él todo ese día, lo confiesan como Maestro y Mesías... y llaman a otros a seguir a Jesús. En este caso, a Simón Pedro.
Los entendidos en Biblia señalan este texto como histórico. Y lo aseguran fundamentándose en el detalle de recordar la hora en la que se produjo el encuentro, «serían las cuatro de la tarde». Andrés era oriundo de Betsaida, aldea costera del lago de Galilea, aunque vivió en Cafarnaún. Pero su nombre (Andrés, que significa en griego «hombre») no es hebreo, sino que desde el principio aparece expresado en griego.
Jesús, desde el principio convocó a personas de diversas procedencias culturales. La salvación que trae Jesús es una salvación «católica», que significa abierta a todos y universal.
Estos días de Navidad y Epifanía nos enternecemos fácilmente con la persona del Niño recién nacido, con las figuras del pesebre, con el ambiente de tradiciones hogareñas que nos remiten a los felices años de la infancia. Pero no podemos olvidar que el nacimiento de Jesús nos compromete, que el niño Jesús del pesebre se convertirá en el exigente predicador del Reino de Dios para convocarnos e invitarnos al seguimiento.
La fe es también compromiso y no puede quedarse en simple sentimiento.
El señor Jesús nos pide un cambio constante: Así como cambió a Simón su viejo nombre judío por el de Cefas, que significa “piedra”, así nos pide que cambiemos nuestra vida y la hagamos firme y
sólida.


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