EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has, salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
- «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has, salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Mateo 18, 15-20
El espacio y el tiempo son los dos grandes ejes en los que acontece nuestra vida. Somos en un momento concreto y estamos en un espacio determinado.
Precisamente por esto cuando no afinamos bien nuestra mirada siempre hay alguien que nos dice eso de que "pareces de otra época" o "estás en un lugar equivocado".
Al hilo de esto, el evangelio de hoy intenta dar respuesta a cuál es el tiempo oportuno y el espacio conveniente para un creyente.
La respuesta es muy directa. El tiempo oportuno es el presente, y más concretamente el instante. Y el espacio más conveniente es la distancia que me acerca o que me separa del prójimo. En ambos casos podríamos decir que el tiempo es sagrado y el espacio santo.
"Si alguien te ofende, repréndelo (ya) para salvar su vida". Es tremendo este criterio. El presente de la vida es el lugar en el que hemos de "atar y desatar" las cosas. Vivir "atados" es vivir en lo de siempre, sin crecimientos, sin cambios, sin resolver cuestiones enquistadas. Vivir "desatados", es vivir liberados, con oportunidades delante de nosotros, con posibilidades que proyectan esperanzas.
"Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medios de ellos". No hay lugar más "santo" que el espacio que sirve de encuentro para las personas. No hay "tierras santas", ni "lugares sagrados"; hay personas que hacen sagrada la vida, sobre todo, si el espacio que media entre ellas rebosa de responsabilidad y dignidad.