miércoles, 7 de agosto de 2024

MIÉRCOLES DE LA XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 7 DE AGOSTO.



EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.»
Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.
Mateo 15, 21-28

COMENTARIO

El contexto que aclara y permite comprender el evangelio de hoy no lo vamos a repetir. Entiendo que los seguidores del blog ya lo conocéis y en cualquier caso podéis volverlo a leer en los comentarios de años anteriores.

No estaría mal hacer una “lectura novelada” de este episodio con un problema actual, pero en pleno mes de agosto resulta cansado leerlo y quizás también escribirlo. No lo intentamos.

Por eso, y más allá de los contextos que facilitan la interpretación, creo que el evangelio de hoy nos ofrece tres actitudes que bien podrían ser indicativas de una religión que ha tocado el umbral del sentido común y ha llegado a un punto interesante de madurez y de humanidad,

En primer lugar, el hombre y la mujer religiosos no son aquellos que sobre todo “tienen principios”, máxime cuando tales principios son excluyentes. Una religión madura entiende que el centro de la vida es la persona y sus sentimientos. Por eso, no hay dogmas más grandes que los que resultan de la atenta escucha del corazón humano y su sufrimiento, con la consecuente llamada a su liberación (“mujer, que grande es tu fe”)

En segundo lugar, la tarea de las religiones no consiste en clasificar a los seres humanos en malos y buenos, puros e impuros, pecadores y salvados, dignos e indignos; una religión que sólo sabe etiquetar y clasificar es la más clara expresión de la insensibilidad y tozudez humanas, porque impide conocer el latido divino que sustenta lo que somos (“que se cumpla lo que deseas”).

En tercer lugar, una religión es más grande, más fiable y mas noble, cuanto más está dispuesta a romper sus propios límites (por injustos, caducos o extemporáneos), siempre que eso suponga la felicidad de las personas, o de una sola persona, porque lo “divino” de la vida nunca puede estar “contra nosotros” sino  “a favor de nosotros” ( “sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel…-pero- quedó curada su hija”).




PD: Para un comentario más extenso sobre el evangelio de hoy, podéis consultar la mujer sirofenicia del evangelio de Marcos que hace ya algún tiempo estudiamos en nuestro curso bíblico digital. Aquí podéis consultarlo.



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