El evangelio de ayer (el episodio del encuentro de Jesús con un “joven rico”) y el de hoy, son el anverso y reverso de una misma realidad.
El texto de hoy es más narrativo que profético; al fin y al cabo es una descripción de lo que les estaba pasando a los cristianos unos treinta o cuarenta años después del “acontecimiento Jesús”. Mucha gente –perseguida por seguir creyendo en el Nazareno- tiene que huir de Judea y refugiarse en casas de cristianos, comprobando de este modo, cómo su familia se hace más grande “más allá de sus lazos de sangre”.
Dicen que Galilea vio crecer la población por este “nuevo éxodo”. Un “signo del Reino” era “abrir las casas y las “familias” a quienes “por causa del Reino” eran perseguidos.
Traigamos ahora el texto al “hoy” de nuestra vida. Yo creo que el gran mensaje de hoy es “tener capacidad” para hacer de nuestra vida una “experiencia de apertura”. El que más y el que menos intenta “asegurar” su vida (como el joven rico), llenándola de “cumplimientos, creencias, convicciones y tareas" .
Pero la clave está en “saber vaciarse” de vez en cuando de todo eso, hacer sitio, y que el “otro” encuentre en tí un lugar en el que poder “estar”, incluso, en ocasiones, refugiarse.
Agradeces, de vez en cuando, encontrar a alguien que “no esté lleno”, y que, por tanto, le falta algo. Es frustrante cuando tu “círculo de amistades” es gente que “no tiene tiempo, no tiene ganas”, y por eso mismo, “se olvidó de mirar(te) y de escuchar(te)”.
“Vacíate un poquito” –diría Jesús-. Haz hueco, porque “donde no cabe nadie más tampoco cabe Dios”, y verás como hay gente “perseguida” por tantos inconvenientes “confesables e inconfesables” que acude a ti y encuentra un espacio vacío donde estar un “ratito”.
En ese momento seguro que “caes en la cuenta” de un doble convicción: para ti, esa persona, que era última (desconocida), se ha vuelto primera, y por esa misma razón, dicha persona, que se tenía por última, ha disfrutado con “ser primera. La clave: “vacíate”, “…ya ves que nosotros lo hemos dejado todo”.