EVANGELIO
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
–«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
–«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. »
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
–«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. »
–«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
–«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. »
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
–«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. »
Juan 20, 19-23
José Saramago, en su sugerente obra Cuadernos de Lanzarote, afirma que "somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos".
La fiesta de Pentecostés supone el tercer gran momento de la memoria de la fe cristiana. Una fe que comienza con la irrupción histórica de Jesús de Nazaret; aquel hombre con una conciencia divina de su acción histórica.
La fiesta de Pentecostés supone el tercer gran momento de la memoria de la fe cristiana. Una fe que comienza con la irrupción histórica de Jesús de Nazaret; aquel hombre con una conciencia divina de su acción histórica.
El acontecimiento de la resurrección, supone el segundo momento de la memoria cristiana. La muerte no es la última palabra de una vida, y mas allá del dolor que supuso la pérdida del maestro, su vida se empezó a confesar como eterna (sin edad), más allá del inexorable paso del tiempo para todos.
Y Pentecostés es la certeza de ese nuevo comienzo que supone la eternidad de Jesús en la vida de los discípulos, más allá de la muerte. Ya no está la presencia física del maestro, pero les dio su Espíritu.
Es preciosa esa frase: "exhaló su aliento", es decir, les dio su respiración, su aire, lo que le hacia vivir; su fuerza, su motivación...su vida.
Por eso el evangelista puso en labios de Jesús una frase tan rompedora como exigente: "como el Padre me ha enviado... así también os envío yo". O dicho en otras palabras: "ahora os toca a vosotros". Por eso, Pentecostés es la fiesta de la responsabilidad de los
A la en-carnación (Dios hecho experiencia humana), le sigue la en-comunidación (Dios se hace experiencia comunitaria). Quizás por eso sea absurda toda experiencia cristiana de Dios fuera de alguna experiencia comunitaria. El Espíritu está en la comunidad: en toda la comunidad (y no solo en una parte jerarquizada de ella) y en todas las comunidades.
Quizás por eso, la memoria de la fe, el Espíritu, tenga que librarnos de todo aquello que nos recluye en el individualismo, el personalismo o el liderazgo orgulloso o en un comunitarismo excluyente.
Ambos sentimientos son un buen ejemplo de la religiosidad mediocre de un ministerio y una feligresía enferma.
Buenismo
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