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lunes, 23 de enero de 2012

PEQUEÑOS TEXTOS PARA GRANDES TIEMPOS DE CRISIS (2))

SAN BASILIO (S. IV)



"Tú insistes: ¿a quién hago agravio reteniendo lo que es mío? Pero vamos a ver: ¿qué es eso que llamas tuyo? ¿Lo tomaste de alguna parte para venirte con ello a la vida? Es como si uno, por ocupar primero un asiento en el teatro, echara luego fuera a los que entran, apropiándose de lo que está allí para uso de todos. Pues así son los ricos: por haberse apoderado primero de lo que es de todos, se lo apropian a título de primer ocupante. Si cada uno tomara lo que cubre su necesidad, y se limitara a dejar lo demás para quienes lo necesiten, nadie sería rico, pero nadie sería tampoco pobre. ¿No saliste desnudo del vientre de tu madre?¿No has de volver igualmente desnudo al seno de la tierra? Entonces, ¿de dónde procede lo que ahora tienes? Si respondes que del azar, eres impío no reconociendo al Creador y no agradeciendo lo que has recibido. Pero si confiesas que todo te viene de Dios, dinos por qué razón lo has recibido.

Si llamamos ladrón a aquel que desnuda a un vestido, ¿vamos a llamar de otra manera al que no viste a un desnudo, pudiéndolo hacer? El pan que tú retienes es del hambriento. Los vestidos que guardas en tus arcas son del desnudo. El calzado que se pudre en tu casa es del que va descalzo. Y en resumen: estás ofendiendo a todos cuantos puedes socorrer."


viernes, 20 de enero de 2012

PEQUEÑOS TEXTOS PARA GRANDES TIEMPOS DE CRISIS (1)

SAN BASILIO (S. IV)
"… Porque tan difícil como no hundirse en las dificultades, es no volverse insolente en la prosperidad.

Entérate, hombre, de quién te ha dado lo que tienes, acuérdate de quién eres, qué es lo que administras, de quién lo has recibido, por qué has sido elegido tú en lugar de otros. Has sido hecho simple servidor de Dios, administrador de los que son siervos de Dios igual que tú. No te imagines que todo ha sido preparado exclusivamente para tu estómago. Piensa que lo que tienes entre manos es cosa ajena... y que de todo se te pedirá cuenta... «¿Qué voy a hacer entonces?» Lo lógico sería que respondieras: «Saciaré a las personas hambrientas, abriré mis graneros y convidaré a todos los necesitados». Y que pronunciaras esta magnífica frase: «Todos los que necesitan pan, vengan a mí»...

A ti te gusta mucho el bello color del oro, pero no te enteras de cuántos gemidos de miserables te van siguiendo. ¿Cuándo lograrás poner ante tus ojos los sufrimientos de los pobres? Mira al pobre buscando por todos los rincones de su casa. Ve que ni tiene dinero ni lo tendrá nunca. Todos sus bártulos juntos apenas valen unos cuantos pesos.

Todo te deja duro e insensible a sus ruegos. Sólo ves dinero, sólo imaginas dinero. Con él sueñas dormido, y en él piensas despierto. Igual que los locos ya no ven las cosas que tienen  delante de ellos, sino las que les representa su enfermedad, así tu alma, prisionera de la avaricia, sólo ve monedas y dinero. Prefieres ver oro que ver el sol".



De la Homilía de San Basilio, obispo, sobre la parábola del rico insensato