María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por
obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había
tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
-«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella
viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Díoscon-
nosotros”.»
El relato de la Anunciación no es solo un hecho lejano en la historia de María; es un acontecimiento que sigue hablando a nuestra existencia hoy. Cuando el ángel anuncia que dará a luz al Salvador, María se encuentra frente a una llamada que desborda su comprensión, que cambia su proyecto de vida y que la invita a confiar completamente en Dios.
Este momento nos interpela a cada uno de nosotros: también en nuestra vida cotidiana nos surgen llamadas inesperadas, oportunidades de compromiso, desafíos que nos sacan de nuestra zona de confort. Como María, podemos sentir miedo, dudas, inseguridad, pero su ejemplo nos enseña que la verdadera libertad y la plenitud surgen al aceptar la vida con valentía y confianza.
La Anunciación nos recuerda que la historia de Dios y la historia humana se entrelazan siempre: nuestras decisiones, pequeñas o grandes, pueden abrir camino a la vida y a la esperanza. Nos invita a reconocer que no estamos aislados; nuestras vidas pueden ser portadoras de gracia, y cada sí dado desde la fe, la solidaridad o la entrega, tiene resonancia en la historia que compartimos.
Hoy, más que buscar respuestas definitivas, podemos mirar nuestra vida con atención: identificar los pequeños pasos que nos acercan a lo que realmente importa, cultivar actitudes de apertura y generosidad, y aprender a tomar decisiones que construyan un camino de sentido, día a día, con coherencia y responsabilidad.

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