Mateo 6, 7-15
En una religión como el judaísmo en la que había cobrado una importancia radical la “palabra”, Jesús viene a invitar al "silencio": “cuando oréis no uséis muchas palabras….”.
Es curioso el exilio que provoca el nazareno: de la palabra al silencio. De ahí que la gran llamada del discípulo sea dirigirse a Dios, junto al Hijo, como Padre: “Vosotros rezad así, Padre nuestro….”.
Robarle un poco de silencio a las palabras, permitiría discursos más breves y humildes.
Ni el interlocutor se aburriría por la verborrea dramática del predicador de turno, ni el intérprete perdería su tiempo en aparentar lo que no es, máxime cuando ese tiempo estaría mejor empleado en conocer lo que no sabes de ti.
“No seáis como ellos…, como los gentiles” –dice el Señor.
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