En el evangelio de hoy Jesus radicaliza su crítica a la religión de los judíos que estaban "orgullosos de serlo". No sólo les dice que serán los últimos creyéndose primeros, sino que, por su ceguera, no pasarán al banquete.
En la parte contraria, los paganos, los no-judíos, pasarán al banquete y habrá fiesta, eso sí, con respeto y dignidad (el traje de fiesta). Probablemente la comunidad de San Mateo este marcando distancia con conversos al cristianismo cuya vida estaba dejando mucho que desear ya en el siglo I.
Intentemos traer el texto al "hoy" de nuestra Iglesia donde la problemática judaísmo-paganismo, como tal, ya no la tenemos. Pero tenemos "nuevas versiones" de esta problemática, a la que le viene bien el texto evangélico de hoy como contraste.
Por no extenderme mucho diré que en el evangelio de hoy podemos detectar dos "sentimientos creyentes" de "alto riesgo".
Por una parte, el sentimiento de aquellos que están "orgullosos de ser católicos". ¡Cuidado!, el orgullo nos puede cegar. El orgullo puede hacernos insensibles a quienes nos anuncian de "otro modo y con otros matices" el evangelio o a aquellos católicos, cuya fe no es "tan ilustrada" como la nuestra pero su "sentiente corazón" le da mil vueltas al nuestro. Este "orgullo católico" estaría muy próximo al sentimiento que tuvieron los invitados primeros a la boda que acabaron no yendo porque estaban tan creídos de su identidad que cualquier identidad menor no era digna de ser tenida en cuenta.
Otro sentimiento problemático es de "los que pasaban por la Iglesia y entraron porque estaba abierta y era gratis todo lo que allí se hacía". Me cogía de paso, pasaba por aquí,...me bauticé, tomé la comunión, me casé..., pero poco más ¡cuidado!; si el riesgo de los primeros es estar "orgullosos de ser católicos", el de los segundos es "ser católicos de cualquier manera".
Cuando no hay discernimiento, convicción y respeto (traje de fiesta) uno no puede sentarse la mesa no por indignidad, sino "porque no hay nada que compartir". Y entonces es difícil sentirse integrado.
Porque para "sentarse", hay que "sentirse".
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