domingo, 7 de enero de 2024

EVANGELIO DEL 7 DE ENERO. FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS



EVANGELIO
En aquel tiempo, proclamaba Juan:
– «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán.

Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:
–«Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

Marcos   1,7-11
COMENTARIO

La fiesta del Bautismo de Jesús que celebramos hoy nos devuelve también a una cierta "normalidad de la palabra".

Frente a los maravillosos evangelios del la infancia del niño Jesús llenos de encuentros enternecedores, a partir de hoy nos encontramos con los conflictivos relatos del adulto Jesús en la sociedad que le tocó habitar, alejada ya de los rumores de ángeles y de las visitas mágicas al portal. Eso tiene el cristianismo..... que en su entraña más auténtica hay una cura de realidad que lo hace sensato.

Para Jesús el bautismo supuso dos tránsitos en su vida:

En primer lugar pasó de la ingenuidad al realismo. De un mundo relativamente idílico, el del portal de Belén con todas las extravagantes visitas que allí recibió (ángeles, magos de Oriente....), Jesús pasó a una sociedad judía necesitada de cambio, de conversión, de crisis. El portal del Belén debió ser para Jesús como el útero de su madre. El Jordán sin embargo, volvió a parir a Jesús como Hijo amado y ciudadano (hermano) comprometido: "Se abrió el cielo...y una voz decía: este es mi Hijo, el amado, mi predilecto".

En segundo lugar Jesús transitó de la magia a la fe. La palabra magia, en origen originalísimo, significa poder. Los reyes magos eran magos, es decir, "poderosos". Pero en el Jordán la magia se convirtió en fe. Jesús descubrió en su bautismo que no era un hombre poderoso capaz de hacer a su antojo lo que le diera la gana; Jesús descubrió en el Jordán no el poder de los tiranos o el de los dictadores de la historia, ni tampoco el de los caprichosos que están siempre a mitad de camino entre el interés y la desgana; Jesús descubrió en el Jordán el poder que le capacita para servir, es decir, la fe.

Porque la fe, más que ñoña abdicación en lo divino, es respuesta "responsable" a la tarea que todos tenemos en la vida: purificarla, humanizarla, dejarla mejor que cuando empezamos a habitarla.

Por tanto celebrar la fiesta del Bautismo de Jesús es caer en la cuenta de que la fe no es magia; más bien se trata de un don -un sentido vital- que me hace tomar conciencia de que he de responder con generosidad a la vida que he recibido. Porque si la vida es un regalo, abrirlo cada mañana con delicadeza, disfrutarla, cuidarla y mejorarla, quizás sea la mejor forma de de mostrar mi calidad de cristiano.

Quizá por eso, el Bautismo, más que un acto aislado o una ceremonia "brillante", es una actitud constante. 

Y quizá también por eso, la reforma de  nuestro actual sacramento del bautismo pase por "probar a vivir con sentido durante unos años" y, más tarde con una fe madurada celebrar  el Bautismo reconociendo que esa vida está transida de un sentido que nos sobrepasa. 


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