EVANGELIO
En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: «Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»
Lucas 21, 29-33
"Mis palabras... no pasarán"
Es difícil encontrar palabras que no pasen, personas que permanezcan , acontecimientos originantes, sentimientos duraderos, miradas penetrantes, sonidos cautivadores...es difícil pero hay que intentarlo.
Eso es la fe...durar, confiar, permanecer.
El reino de Dios está cerca -decía el maestro de Galilea-; pero también están cerca las parcelas de Taifas. El reino, es un regalo; la parcela, una tentación.
Por eso siempre fue difícil discernir, porque no pocas veces el "brote" escapa a la mirada.
A las puertas del Adviento...fijemos nuestra atención a lo que no pasa nunca y siempre permanece.
Ahí, sólo ahí, está tu dicha. Ponle nombre.
Todo pasa, decía el filósofo griego Heráclito y todo permanece le contestaba su colega Parménides. No nos bañamos en la misma agua del río porque pasa y no vuelve pero nos bañamos en el mismo río que permanece y sigue ahí. Vendrá este Adviento y volverá otro, que eso significa: venida. Pero quien viene es el mismo, que no cambia, que nos espera, que viene a nuestro encuentro. Es el Señor, es nuestra dicha. Es el que nos salva.
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