- «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme."
Entonces los justos le contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?"
Y el rey les dirá:
"Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda:
"Apartaos de mí, malditos, id al fue o eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis."
Entonces también éstos contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?"
Y él replicará:
"Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo."
Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
El sentido primero de la fe no es ni el más allá, ni la patria eterna de la que ahora somos peregrinos. Eso es una bienintencionada pretensión buenista que, en cualquier caso, llegará cuando toque y como toque.
El objeto de la fe es el más acá del rostro del prójimo, y especialmente del prójimo cuya identidad social se encuentra desfigurada ("cada vez que lo hicisteis con uno de mis hermanos más débiles, conmigo lo hicisteis").
Ante evangelios como hoy cuesta mucho creer en u dios cuya presencia se sitúe un monte muy alto en el que poder respirar hondo y llenarse de su presencia; tampoco parece sensato creer en un dios que tenga necesidad de rodearse de sombras mistéricas, voces de ultratumba o sinergias medioambientales; y tampoco lo es creer en fantasmas ennegrecidos por la ranciez del tiempo que dicen ser oráculos del todo.
Humildemente, parece más sensato creer en un dios que me pide cosas sensatas tales como aclarar mis sentidos vitales, para poder captar la realidad tal cual es y actuar en consecuencia.
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