EVANGELIO
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, y les dijo:
–Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado.
A los que crean, les acompañaran estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.
–Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado.
A los que crean, les acompañaran estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.
Marcos 16,15-20
A los cuarenta días de la Pascua litúrgicamente hablando (cuando se celebraba esta fiesta en jueves), sitúa la Iglesia esta fiesta de la Asunción. Ya Benedicto XVI nos señala con notable acierto, recogiendo la ya muy antigua investigación bíblica, que no hay que entender la ascensión en clave espacial (arriba-abajo), porque "la ascensión no es un marcharse a una zona lejana del cosmos"; más bien se trata de "la permanente cercanía que los discípulos experimentaron con tal fuerza que le produce una alegría duradera" (Jesús de Nazaret, II Parte, 325-326).
Dicho esto, resulta curioso conocer cómo de muchos personajes de las más variadas antigüedades, se contaba este acontecimiento "ascensional". El magnífico profesor Jose Luis Sicre, así lo dice. Merece la pena conocerlo:
El Dios que nos revela Jesús no es un acontecimiento lejano: se trata más bien de la "motivadora cercanía" del día a día y en las personales circunstancias de cada uno. El Dios de Jesús no está en un lugar más que otro: cada acontecimiento, cada rincón, cada persona contiene el aliento divino.
Jesús nos enseño a realizar este descubrimiento cada día con su manera de mirar a los acontecimientos y a las personas. Lo divino, o es cuidado en lo humano, o es despreciado. "Ahora os toca a vosotros" -vendría a decirles Jesús en este momento "ascensional" de su vida-.
Por eso, la fiesta de la Ascensión bien podría ser declarada como "el Día de la Humanidad. "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?", o lo que es lo mismo, "mujeres y hombres de fe: sed fieles a la tierra".
Dicho esto, resulta curioso conocer cómo de muchos personajes de las más variadas antigüedades, se contaba este acontecimiento "ascensional". El magnífico profesor Jose Luis Sicre, así lo dice. Merece la pena conocerlo:
- A propósito de Hércules escribe Apolodoro en su Biblioteca Mitológica: “Hércules... se fue al monte Eta, que pertenece a los traquinios, y allí, luego de hacer una pira, subió y ordenó que la encendiesen (...) Mientras se consumía la pira cuenta que una nube se puso debajo, y tronando lo llevó al cielo. Desde entonces alcanzó la inmortalidad...” (II, 159-160).
- Suetonio cuenta sobre Augusto: “No faltó tampoco en esta ocasión un antiguo pretor que declaró bajo juramento que había visto que la sombra de Augusto, después de la incineración, subía a los cielos” (Vida de los Doce Césares, Augusto, 100).
- Drusila, hermana de Calígula, pero tomada por éste como esposa, murió hacia el año 40. Entonces Calígula consagró a su memoria una estatua de oro en el Foro; mandó que la adorasen con el nombre de Pantea y le tributasen los mismos honores que a Venus. El senador Livio Geminio, que afirmó haber presenciado la subida de Drusila al cielo, recibió en premio un millón de sestercios.
- De Alejandro Magno escribe el Pseudo Calístenes: “Mientras decía estas y otras muchas cosas Alejandro, se extendió por el aire la tiniebla y apareció una gran estrella descendente del cielo hasta el mar acompañada por un águila, y la estatua de Babilonia, que llaman de Zeus, se movió. La estrella ascendió de nuevo al cielo y la acompañó el águila. Y al ocultarse la estrella en el cielo, en ese momento se durmió Alejandro en un sueño eterno" (Libro III, 33).
El Dios que nos revela Jesús no es un acontecimiento lejano: se trata más bien de la "motivadora cercanía" del día a día y en las personales circunstancias de cada uno. El Dios de Jesús no está en un lugar más que otro: cada acontecimiento, cada rincón, cada persona contiene el aliento divino.
Jesús nos enseño a realizar este descubrimiento cada día con su manera de mirar a los acontecimientos y a las personas. Lo divino, o es cuidado en lo humano, o es despreciado. "Ahora os toca a vosotros" -vendría a decirles Jesús en este momento "ascensional" de su vida-.
Por eso, la fiesta de la Ascensión bien podría ser declarada como "el Día de la Humanidad. "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?", o lo que es lo mismo, "mujeres y hombres de fe: sed fieles a la tierra".
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