domingo, 14 de marzo de 2021

DOMINGO 3º DE CUARESMA. EL EVANGELIO DEL 4 DE MARZO.





EVANGELIO
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
–«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
–«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
–«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron:
–«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.
Juan  2, 13-25

COMENTARIO

La semana pasada era su cuerpo transfigurado....; pero el evangelio de hoy nos habla de su cuerpo figurado y todo lo que despertaba su presencia.

La palabra "cuerpo" en el Nuevo Testamento es un lío impresionante. Mejor no meternos en eso, aunque sería importante conocerlo.

En cualquier caso, si tuviéramos que resumir a modo de título de película de cine el evangelio de hoy, podríamos llamarlo: La Gran Provocación.

Muchas veces hemos dicho que las dos cosas sagradas para un judío eran la familia y la tierra. A las dos, Jesús las critica radicalmente. A la familia porque, por encima de los lazos de la sangre, coloca los lazos del discipulado ("¿quiénes son mi madre y mis hermanos?...los que escuchan la palabra y la cumplen"). Y a la tierra, porque ni siquiera la tierra más sagrada, el Templo, tiene comparación con el Cuerpo, su cuerpo.

Cuando traemos el texto al hoy de nuestro vida el mensaje es tremendamente revelador y sorprendentemente renovador. 

Para Jesús, las nuevas coordenadas de la fe son fraternidad y corporeidad, es decir, respeto al cuerpo comunitario, y respeto a la dignidad del cuerpo, de la persona.

Una religión, concretamente la cristiana, sin comunidad y sin respeto al cuerpo (dignidad de la persona), es una religión vaciada de lo que le da consistencia. 

Por eso mismo, cuando convertimos en absoluto las estéticas religiosas (imaginería, orfebrería...y todas las "...ías" que eso conlleva) estamos pervirtiendo la religión. 

Por la misma razón, cuando  el culto y la liturgia son más importantes que la persona que rinde dicho culto o que celebra la liturgia, estamos pervirtiendo la experiencia religiosa.

No podemos volvernos olvidadizos...las grandes palabras de nuestra fe son "este es mi cuerpo...esta es  mi sangre ...comed ... bebed..." Este es el único culto cristiano.

Nuestra sociedad es experta en el "sin". Los sociólogos están poniendo de moda la expresión "society without": café sin cafeína, cerveza sin alcohol, carne sin grasa..... Y esto también afecta a la religión con la pretensión de un "cristianismo sin Cristo" y una "religión sin cuerpo".

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