jueves, 19 de noviembre de 2020

EVANGELIO DEL JUEVES 19 DE NOVIEMBRE. SEMANA 32 DEL TIEMPO ORDINARIO



EVANGELIO
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»

Lucas   19, 41-44

COMENTARIO

 ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos”. 

No está bien “abstraer” los textos bíblicos y sacarlos de su contexto, pero en ocasiones hay que hacerlo para que nos digan “algo” personal para el hoy de nuestra vida. 

En el texto de hoy Jesús critica a aquella Jerusalén incapaz de interpretar el tiempo que vive, en la encrucijada  entre la comodidad, la indiferencia y la conformidad. Y es que, ciertamente, la dificultad para interpretar la realidad, para "verlas venir", provoca una distracción, en ocasiones preocupante 

Efectivamente, una de las mayores dificultades que tenemos los humanos es la de hacer una verdadera interpretación de los acontecimientos que nos rodean. Saber interpretar la realidad es imprescindible para situarnos con acierto ante ella, conocerla y no estar continuamente “escondidos” en ella.

No interpretamos la realidad cuando no sabemos escuchar. Y eso suele pasar cuando nuestras respuestas a las preguntas que nos hacen son invariables y no cambian un ápice haya delante de nosotros una persona blanca, negra gris, rosa o azul. Si mi respuesta es invariable es que no he sabido comprender la peculiaridad del que me escucha. 

No interpretamos la realidad cuando nos negamos a opinar. El silencio, el callar casi siempre, el “no sabe no contesta”, es la estrategia más cínica que hemos inventado las personas. El silencio cómplice que no me complica y me resguarda, al final, deviene en tiranía de sin-sentido personal… aunque tarde en llegar.

Interpretar la realidad, por tanto, es tomar partido por ella, encargarnos de ella porque nos interesa y porque nos sentimos urgidos a mejorarla. Al fin y al cabo la vida que tenemos delante de nosotros cada día es huella del Creador. Mejorarla, es reconocer su presencia.

Un comentario sobre Jerusalén y su destrucción, podéis leerlo aquí.Y también pulsando en este punto rojo de más abajo.

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