sábado, 2 de diciembre de 2023

EVANGELIO DEL DOMINGO 3 DE DICIEMBRE. SEMANA 1 DE ADVIENTO



EVANGELIO 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

Marcos   13, 33-37
COMENTARIO

Es curiosa la llamada a la vigilancia presente en la primera comunidad cristiana. El evangelio de hoy se sitúa a las puertas de los relatos de la pasión de Jesús. Me imagino que se preguntaría por el desenlace que le esperaba dada la forma de vida que había llevado. Aún así, no hay queja sino expectativa.

 

Por eso, ni el juicio, ni la resignación, ni la queja constituyen el centro de la vida del creyente. El cristiano se caracteriza por la atención y por la vigilancia. Y la vigilancia es la suerte de quienes tienen expectativas, es decir, de los que tienen esperanza. Estoy convencido que hay tantas maneras de vigilar como formas de esperar.

 

En ocasiones el creyente ha de ser como el vigilante de un museo; callado, sereno, tranquilo…muy tranquilo, la verdad, hasta el punto de ser inapreciable su presencia. Pero, en el momento en que alguien rebasa el espacio de seguridad de una obra de arte... allí está advirtiendo de la infracción. Y es que esperar es la actitud lúcida de quien sabe cuándo ha de estar paciente y cuándo agente; cuándo hay que llorar y cuando reír; cuando hay que pronunciar la palabra adecuada o valerte del silencio revelador. 

 

Otras veces el creyente ha de ser como el científico ante un microscopio. El científico vigila al objeto que investiga minuciosamente y sabe de sus comportamientos aparentemente imperceptibles. El mundo que se ve vigilando con un microscopio escapa a la percepción normal y cotidiana. Hay mucha vida que está delante de nosotros cada día y no la vemos. Es muy típico el comentario que hacemos ante alguien que nos sorprende con actitud, y entonces le decimos: "en el fondo... eres buena persona". Esperar, también significa ejercitarse en el noble arte de saber mirar lo pequeñoel fondo, lo inexplorado de quién tenemos a nuestro lado.

 

Y también, el creyente ha de emular a los marineros vigías que subidos en la cofa de un barco avistaban tierra. Aún les quedaba trecho por recorrer, pero la ilusión por la llegada futura bien les merecía la pasión del embregado presente. Las personas necesitamos tener ilusiones, sueños y puntos de llegada posibles que, en sana tensión vital, nos recuerde que el esfuerzo de cada día no es irrelevante, sino más bien conveniente.

 

 

 

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