viernes, 19 de junio de 2020

EVANGELIO DEL VIERNES 19 DE JUNIO. FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESUS


EVANGELIO
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Mateo  11, 25-30

COMENTARIO

A mí me dá mucha devoción el “corazón de Jesús”. Bueno, intentaré decirlo con otras palabras: yo soy un apasionado de la “cordialidad de Jesús”. Y dicho esto, manifiesto que me sitúo en las antípodas de las sensibilidades alacoqueñas (de Santa Margarita María Alacoque)  y kowalskianas (de santa María Faustina Kowalska); nunca entenderé sus visiones. 

Quizás algunos de vosotros no sepáis quiénes son estas dos buenas mujeres; otros sí. Pero en esta fiesta del Sagrado Corazón que celebramos hoy es obligado nombrarlas. Por otra parte, la iglesia madre me permite esta posición porque las revelaciones privadas no son objeto de fe, y en cualquier caso, como dice la buena teología, no son necesarias ni añaden nuevo al revelador por excelencia que es Jesús y a la gran revelación contenida en todo aquello que llamamos la Sagrada Escritura.

¡Qué raras las visiones de aquellas buenas mujeres, pero qué bello, sin embargo, el evangelio de hoy! En el evangelio de hoy no hay amenaza, ni queja, ni juicio, ni conocimiento excesivo. Sólo hay anhelo de acoger y de ser acogido.

En el evangelio de hoy no hay mérito, ni miedo. Sólo absoluta confianza en la máxima debilidad. Ciertamente Jesús, en las distancias, es donde mejor expresa, a modo de contrapunto, el punto de unión entre su densa y profunda humanidad y su liviana y transparente divinidad.

Los sabios y entendidos (un extremo), no entienden nada de la sensibilidad de Jesús (otro extremo). Sin embargo, la gente sencilla (un extremo) es portadora de la graciosa capacidad para saberse junto a él (otro extremo).  Bien podríamos decir que Jesús destroza el mito de la “clase media”. Para Jesús no cabe quien “medio entiende” y “medio le acepta”. Siempre he pensado que el evangelio coloca permanentemente al ser humano en estado de crisis y de contradicción, y por eso es germen de crecimiento.

Por tal razón nunca entenderé a aquellos cristianos para quienes la religión es “carga” que hay que resistir. Ni entenderé los anuncios del evangelio que son “cargantes”. No se trata de eso.

Estar en permanente “crisis” es estar en permanente “liberación”, haciéndote ligero de “tantas cosas”. Por eso lo contario de la “crisis” es la “acomodación”. 

 “Venid a mi… y yo os aliviaré”.Simplemente genial. La invitación (venid) y el contenido (para aliviaros), es una auténtica teocordía (teo-cordía) , es decir, una autentica apuesta de fe y afirmación de Dios desde el corazón y de la sensibilidad y mucho más allá de la palabra y su concreción o distracción dogmática. 

Quizás por eso, Aquel que tenía tal disposición, se atrevió a decir aquello tan contra-cultural de “dichosos los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos”.





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