domingo, 21 de junio de 2020

EVANGELIO DEL DOMINGO 21 DE JUNIO. SEMANA 12 DEL TIEMPO ORDINARIO



EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse.
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».


Mateo 10, 26-33

COMENTARIO


El contexto histórico del evangelio de hoy probablemente tenga que ver con unas primeras comunidades perseguidas, y con dificultades no menores de vivencia religiosa.

En este sentido, las palabras de Jesús servirían para fortalecer la confianza y para afianzarse en el camino por él iniciado. Ser fiel a su evangelio era garantía de una salvación anhelada conforme al esquema religioso de la época.

Todavía, el momento histórico que vivimos es testigo de cristianos cruelmente perseguidos en algunos lugares de nuestro planeta. Este es un hecho intolerable que revela cómo la condición humana, en tales circunstancias, es inhumana. El recuerdo de los grupos y las comunidades cristianas que sufre tales males es obligado este día. No callar ante dicha experiencia es signo de de una necesitar solidaridad.

Sin embargo, en contextos culturales con democracias asentadas como el nuestro, nadie con dos dedos frente puede hablar de una cristianismo perseguido. Quienes así lo hacen, mas parecen postuladores de un cristianismo ya caduco.

Por eso, el evangelio de hoy nos invita a otra linea de reflexión. Es importante preguntarse por los miedos que tenemos las personas. El miedo, como el dolor, es indicativo de que algo no funciona bien. El miedo no pocas veces despierta alertas asustadizas e invalidantes en nosotros. Es bueno ponerle nombre a todas estas cosas que nos atenazan. 

Pero la gran intuición de Jesús es que no debemos dejar que el miedo aniquile nuestras ilusiones y motivaciones. La "muerte del alma" es la pérdida de la ilusión, la pasión y el entusiasmo. 

Hay un trecho entre el miedo y la cobardía. Los miedos son las alarmas; la cobardía son las decisiones. La muerte del alma es la rendición cobarde, ausente de confianza y esperanza. 

"No tengáis miedo", o lo que es lo mismo, "sed valientes y que no os invada la cobardía".







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