martes, 21 de enero de 2020

MARTES DE LA SEMANA 2ª DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 21 DE ENERO.


EVANGELIO
Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.
Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?» Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.» Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»
Marcos   2, 23-28

COMENTARIO

El gran problema con el que se encuentra Jesús en su época es que los responsables religiosos del momento estaban sometiendo al judaísmo a una deformación muy notable. 

No me da tiempo a consultar con rigor, pero creo que el mandato del Decálogo sobre el descanso sabático (Ex 20, 8-11; Dt 5, 12-15) no prohíbe arrancar espigas para comer. Sin embargo, los gobernantes del momento “deforman” de tal modo el “ideal de vida judío” que la convierten en poco menos que imposible

La Ley Judía, que bien interpretada sólo tenía el sentido de hacer feliz al ser humano –de ahí la importancia del descanso-, se convierte, manipulándola, en un inconveniente ya no para la felicidad sino para la propia supervivencia.

Para Jesús, Él mismo es la Ley. Lo que pasa es que contemplando su historia bien podríamos concluir que la única Ley es la vida y la felicidad del ser humano (“el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”).

Da la sensación de que Jesús no es un "hombre de principios" que coherentemente los está aplicando cada instante de su vida. Para él, el "principio" se lo marca siempre la necesidad que tiene o padece el otro, el prójimo. 

La Ley judía era suficiente para él, pero sólo hasta el momento que se encontraba con alguien (el pecador, el enfermo, el...) que, machacado por la Ley, necesita ayuda. Y entonces Jesús convierte en Ley a cada ser humano concreto. La parábola del Buen Samaritano del texto de San Lucas (Lucas 10,25-37) es un ejemplo magistral de ese "conflicto legal".

Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida... da miedo. Bueno, más que miedo...vértigo. En el fondo, el texto de hoy es una provocación a nuestros valores, los valores personales de cada uno. Y la pregunta es de qué "penden" y de qué "de-penden".











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