EVANGELIO DEL JUEVES 26 DE SEPTIEMBRE. SEMANA 25 DEL TIEMPO ORDINARIO

EVANGELIO

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?» Y tenía ganas de ver a Jesús.

Lucas 9, 7-9

COMENTARIO

"Y tenía ganas de ver a Jesús..." Como siempre, la traducción no es del todo buena; más que "ver a Jesús" debería poner "buscar a Jesús". Ciertamente hay una relación entre lo que Herodes "oye" de Jesús y su deseo de "buscarle".

El texto, breve, marca sin embargo un sencillo y lógico "itinerario evangelizador" (o "misionero", como se dice ahora). 

Jesús no "machaca" a la gente con su anuncio, como si el auditorio fuera permanentemente infantil y no creyera en él porque no "dieran más de si". 

Bastaba su persona y su acción para provocar la inquietud de su búsqueda. Ciertamente, la búsqueda de Herodes era un "búsqueda" interesada, como todas las búsquedas.

El texto se se convierte para nosotros en el hoy de nuestra vida, en un sencillo ejemplo de lo que es la "misión". 

Evangelizar no es "preparar continuamente un escaparate atractivo" para luego descubrir en el interior de la tienda lo rancio de siempre.

Evangelizar (o "misionar") es inquietar con la propia vida de la comunidad cristiana. Y si no inquietamos, más aún, si lo que provocamos es más desafección, tendremos también que hacer auto-crítica, no sea que el problema resida no tanto (o solo) en una sociedad que no quiere buscar, cuanto en una comunidad cristiana que tiene que re-componer, el mensaje de Jesús de Nazaret.

Por eso, la misión, no se diseña una mañana de sábado con corta-pegas de internet; la misión exige re-visión de lo anunciado ya, y detección de las razones de su esterilidad.