domingo, 14 de julio de 2019

EVANGELIO DEL DOMINGO 14 DE JULIO. SEMANA 15ª DEL TIEMPO ORDINARIO



EVANGELIO
En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
–Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
El le dijo:
–¿Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?
El letrado contestó:
–«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
El le dijo:
–Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.
Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: 
–¿Y quién es mi prójimo?
Jesús dijo:
–Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos,

 que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:
–Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta. 
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?
El letrado contestó:
–El que practicó la misericordia con él.
Díjole Jesús:
–Anda, haz tú lo mismo.



Lucas  10, 25-37

COMENTARIO

la historia del buen samaritano supone una aviso profético sobre lo impresentable de una religión que en cualquier tiempo y cualquier lugar no haya descubierto la responsabilidad que tiene sobre el otro. ¿Acaso soy so el guardián de mi hermano?....preguntaba Caín a Dios. La biblia no responde, pero dicho silencio en ningún caso puede ser excusa. 

Evidentemente que somos los guardianes de nuestros hermanos… y si no lo hemos descubierto somos unos impresentables ciudadanos y unos creyentes insensatos.

La parábola del buen samaritano de Lucas nos avisa de dos tentaciones universales codificadas culturalmente de distinto modo, pero que vienen a concluir en dos maneras de ser muy identificables: “pasar de largo y dar rodeos” (Lucas 10, 31-32).

“Pasar de largo” es lo contrario de “acercarte”. Pasar de largo es lo que tan de moda han puesto los terapeutas de la nada, a saber, “tomar distancia”. Pasar de largo es lo que los institucionalismos religiosos de todos los tiempos han aconsejado: “ser prudentes” ante el peligro de quedarte “pegado” por tus opciones vitales. “Pasar de largo, en cualquier caso, no es más que una cínica estrategia de defensa que viene  a afianzar en nosotros el tradicional dicho “ojos que no ven, corazón que no siente”.

“Dar rodeos”… o lo que es lo mismo, instalarnos en el multiperspectivismo de la realidad. Ciertamente… la realidad tiene muchas perspectivas, pero es un error instalarte en esa convicción y estar siempre dando vueltas sin tocar el centro, es decir, sin atreverte a colocarte “en” la perspectiva, dejando de ser sólo “observador” de la misma. Hay un dicho tradicional que describe muy bien esta actitud vital: estar permanentemente “mareando la perdiz”. 

La respuesta de Jesús a la permanente actitud de “pasar de largo” es la decisión por “a-projimarte”, por hacerte prójimo. La distancia permite cierta perspectiva inteligente, no lo dudo, pero se torna calculadora y fría cuando se convierte en un analgésico frente a las heridas que vemos en los demás o las heridas que, en ocasiones no vemos, pero que podemos suponer. Las heridas sangrantes y las heridas ocultas del otro requieren “cercanía” y “projimidad”. 

“Dar rodeos” es lo contrario de actuar con “misericordia”. Ciertamente cuando uno toma una decisión misericordiosa claro que puede equivocarse; pero el problema en tal circunstancia no está en el hecho de haberte equivocado, sino más bien en los triste que puede llegar a convertirse la vida por cruzarte de brazos y no dar nunca el paso de “cuidar” del otro…. aunque te equivoques…. o te engañen.

La actitud del buen samaritano (que al fin y al cabo es el propio Jesús) no viene caracterizada por la heroicidad o por el martirio; se trata simplemente de “mirar con sensatez” y “cuidar” del otro. ¡Qué palabra más bonita!: cuidar.  Y lo que hay que cuidar no es la “doctrina” sino a las personas, y de modo especial, a las personas heridas. El origen de la palabra “cuidar” es precioso, viene a significar la posibilidad que tenemos de “pensar en el otro”, ayudándolo, más que “pensar en ti”, protegiéndote (“pero el entendido en la ley, queriendo justificarse, pregunto a Jesús…”).

No sabemos lo que hizo el “entendido” en la ley de la parábola. Pero tengo para mi que un bonito final para tal persona quizás hubiera sido enterrar la ley, buscar al herido y con su cuerpo ya vendado tomarse unos vinos con el.






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