jueves, 31 de enero de 2019

EVANGELIO DEL JUEVES 31 DE ENERO. SEMANA 3 DEL TIEMPO ORDINARIO.


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»
Marcos   4, 21-25

COMENTARIO

A veces pienso que mi experiencia de fe es muy superficial, porque creo que dejo poco lugar al misterio en mi vida. 

Frases tales como que se "haga la voluntad de Dios", o "que sea lo que Dios quiera"... y parecidas, no forman parte de mi vocabulario. 

De verdad que, en ocasiones, me gustaría sentir esa dejación de responsabilidades en dios (aunque sólo fuera por ver lo que se siente)... pero no puedo. O quizás no sepa. Y si lo hiciera, no sería honesto conmigo mismo.

Siempre he concebido la fe de un modo más evidente. Siento que Dios no es un "acontecimiento oculto", sino más bien "revelado".

Para los cristianos, lo divino se nos ha dado a conocer en Jesús de Nazaret; y Jesús, no es ningún misterio misterioso propio de gurús a sueldo. Jesús es una manera de ser que revela una manera de vivir.

Por eso la  fe, más que ideas para convencer o creencias para imponer, se trata de una forma de vida con la que transformar todo lo que de inhumano tiene la historia.

Y lo más tremendo, "se pone en nuestras manos".  Y lo más asombroso, "hace que las cosas dependan de ti" aunque tengan en Él su origen.

Precisamente por eso, yo creo que el evangelio de hoy, es de enorme importancia: que "el candil" (es decir, la luz - Cristo - el Evangelio), no esté oculto (bajo el celemín o bajo la cama), depende de tí y de mí. Porque de nosotros depende, con nuestra manera de vivir, que pueda ser signo y sentido de verdad y de vida para los demás.

En nuestras manos está la medida que queramos usar. Podemos ser hombres y mujeres que manejemos la vida con la medida del evangelio o con otras medidas. Y dependiendo de nuestra opción (de nuestra voluntad), así será nuestro entorno ("la medida que uséis, la emplearán con vosotros").

Precisamente por eso, cuando uno no ejerce su fe, es decir, cuando uno no consiente que el evangelio de Jesús sea referencia en su vida, efectivamente desaparece de su vida  ("al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará").

Pero esta es la gracia  del  Maestro de Galilea: él nunca impone su evangelio, sólo lo propone; él nunca fuerza su voluntad, simplemente invita a vivirla.








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