martes, 2 de octubre de 2018

PARROQUIA DE ALCADOZO Y LIÉTOR. EVANGELIO DEL MARTES 2 DE OCTUBRE. FIESTA DE LOS ANGELES CUSTODIOS


EVANGELIO
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
-«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mi. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. »

Mateo  18, 1-5

COMENTARIO


San Agustín, que en muchas cosas no estuvo muy fino, creo que acertó cuando habló de los ángeles al afirmar que "el nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza".

Es decir que más que "ser ángeles", "actuamos de ángeles". Ángel es un "oficio" y no una "entidad divina". Sólo desde esta clave me parece "un poquito razonable" que la Iglesia dedique dos fiestas tan seguidas a "tan nobles sentimientos angélicos". Me refiero a la fiestas del pasado día 29 y a la fiesta de hoy.

Actuar de ángeles, es amar. Valga este matiz para insistir en un sentimiento que bien podríamos regalarnos cada día: "actuar" de ángeles en nuestra relación con los demás.

Y quizás el evangelio que nos propone hoy la Iglesia nos anuncie algunas actitudes "salvadoras", encarnadas en los niños, que podrían humanizar diaria y cotidianamente nuestra vida.

La manera que tienen los niños de valorar el presente, los hace especialmente portadores de ese valor "salvador" de lo "concreto y cotidiano", al que muchas veces los adultos nos resistimos, bien por precaución, bien por comodidad.

Efectivamente los niños, de modo especial saben vivir el presente. Un niño no valora el ayer, probablemente ni lo recuerda; tampoco se preocupa por el futuro, porque para él el futuro es ya. El niño vive el presente. El niño no tiene otro tiempo más que el presente. Y el Reino de Dios es presente. 

Las religiones durante mucho tiempo nos han hecho mirar al pasado como si un mundo feliz ocurrido al comienzo de los tiempos (el paraíso), ya no existiera. Nos han invitado a mirar al futuro con cierta esperanza, para poder alcanzar de nuevo lo perdido. Y el presente, el día a día, seria el escenario peligroso, duro y tortuoso que nos permitiría tal ejercicio de re-conquista.

Sin embargo da la sensación de que Jesús cuestiona ese esquema. El presente es lo que vale. El presente es nuestro mayor tesoro. Toca reír, toca llorar, porque así es la entraña de la vida; pero en poder encajar el "tiempo presente" así, está la garantía del sentido. 

Para Jesús, el presente no es moneda de cambio redentor del pasado o conseguidor del futuro. El presente es la vasija de barro que contiene la más preciado: la vida. Vida que se disfruta y que se rompe, vida lograda y frustrada. Por eso el niño se convierte en "maestro" de vida.

Hay una película muy dulzona, "Ciudad de Ángeles", en la que Nicolas Cage afirma preferir un presente "sentido" a una "eternidad insulsa". Por eso él, que es un ángel de la guarda, quiere convertirse en humano porque no quiere renunciar al amor de la incrédula cardióloga que protagoniza la película. Y en ese momento pronuncia la frase con la que acabamos el comentario de hoy:

"Prefiero haber olido una vez su cabello, un beso de sus labios, una caricia de su mano, que toda una eternidad sin ella".

El mensaje de la semana, en video, aquí podéis verlo. 












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